El café de los montañeses. (Antonio Burgos,28-07-2004)
Alguien que tuviera tiempo y ganas, aparte de afición por la gastronomía, Jorge Prádanos mismo, podría hacer una preciosa “Historia del Café en Sevilla”, Lo decimos porque al hilo de nuestro billete cafetero de ayer, una lectora nos envía los posos de esa taza. Nos dice: “Por el muelle le llegaba a Sevilla el mejor café de América, el Caracolillo de Puerto Rico, el de Colombia, el brasileño, y aquí se tostaba. Se tostaba torrefacto y de tueste natural que es el mejor. Se tostaba mejor que en ningún sitio. En Sevilla siempre se ha tomado el mejor café. En Sevilla y en Cádiz, quizá también por lo del muelle y el comercio con América. Ese café de los Sáinz de la Maza, santanderinos ellos, indianos en Santillana y montañeses en Sevilla. Es curioso, casi siempre los tostaderos estaban en manos de montañeses. Los últimos, los Cobo del café Moca, siglas de las primeras sílabas de Moisés Cobo Abascal. Todo el café que entraba por el puerto de Sevilla, y luego por el de Cádiz, lo tostaban gente de Tudanca, los Cobo, los Abascal, los Sáinz de la Maza, etc.” Y añadimos nosotros: ¿eran también eran montañeses los Trueba, los del tostadero de Eduardo Dato, junto a la Fábrica de Artillería? ¿Era santanderino Vega, el de Catunambú, cuyo tostadero daba tan buen aroma a la calle Marqués de Paradas, frente a los pabellones militares del Regimiento de Ferrocarriles? Y el café que tostaban los montañeses, montañeses lo servían en sus bares y tabernas. Aquellos cafés de maquinilla de latón puesta sobre el vaso, que iba goteando el filtrado, mucho antes de que vinieran las máquinas y el imperio de Gaggia y Faema.