Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Marcos 1,1-8
Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. Está escrito en el profeta Isaías: «Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino. Una voz grita en el desierto: ‘Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos.”» Juan bautizaba en el desierto; predicaba que se convirtieran y se bautizaran, para que se les perdonasen los pecados. Acudía la gente de judea y de Jerusalén, confesaban sus pecados, y él los bautizaba en el jordán. Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y proclamaba: – «Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.»
Palabra del Señor.
Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. Está escrito en el profeta Isaías: «Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino. Una voz grita en el desierto: ‘Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos.”» Juan bautizaba en el desierto; predicaba que se convirtieran y se bautizaran, para que se les perdonasen los pecados. Acudía la gente de judea y de Jerusalén, confesaban sus pecados, y él los bautizaba en el jordán. Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y proclamaba: – «Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.»
Palabra del Señor.
Comentario
La semana pasada comenzábamos el tiempo de Adviento con una actitud y fuerza que ha de encauzar nuestra vida: LA ESPERANZA.
Hoy, por medio de Juan Bautista, se nos invita a preparar el camino para la venida del Señor. Y hace esa invitación en el desierto… Es como si mirara nuestro mundo y viera en él los síntomas de una sociedad que vive mucho de la apariencia y de la vaciedad, un mundo donde se vive de una manera acelerada y donde la gente vive nerviosa – insatisfecha – preocupada.
Hemos construido un escaparate fascinante pero vacío por dentro…
Sabemos que la Esperanza es la que nos abre el camino, pero habrá que ponerse manos a la obra y “preparar” ese camino… Preparar el camino es comenzar por fiarnos de Jesús… (La Fe)… Esto lleva consigo un cambio (CONVERSIÓN), lo que provocará en nosotros una alegría duradera y eterna…
Una alegría que nos llevará a comunicarla a un mundo que necesita consuelo, cariño, generosidad, cercanía…
Hoy nos fijamos en Juan Bautista (uno de los personajes del Adviento) y no nos fijamos en su exterior, sino en su interior (como con los regalos, no en la envoltura, sino en lo que contienen), no en su manera de vestir, comer o vivir, sino en su mensaje.
Contamos, pues, con la fuerza de la Esperanza, pero es necesario un cambio en nosotros para que el Señor pueda nacer dentro de nosotros…
No olvidemos que “el pesebre de Jesús” no puede estar cubierto de cosas, sino limpio y preparado para Él… Por eso hoy pedimos esa actitud interior de la verdadera Conversión…
Feliz domingo con Jesús… Esperamos su venida… ¡Ven, Señor Jesús!
Hoy, por medio de Juan Bautista, se nos invita a preparar el camino para la venida del Señor. Y hace esa invitación en el desierto… Es como si mirara nuestro mundo y viera en él los síntomas de una sociedad que vive mucho de la apariencia y de la vaciedad, un mundo donde se vive de una manera acelerada y donde la gente vive nerviosa – insatisfecha – preocupada.
Hemos construido un escaparate fascinante pero vacío por dentro…
Sabemos que la Esperanza es la que nos abre el camino, pero habrá que ponerse manos a la obra y “preparar” ese camino… Preparar el camino es comenzar por fiarnos de Jesús… (La Fe)… Esto lleva consigo un cambio (CONVERSIÓN), lo que provocará en nosotros una alegría duradera y eterna…
Una alegría que nos llevará a comunicarla a un mundo que necesita consuelo, cariño, generosidad, cercanía…
Hoy nos fijamos en Juan Bautista (uno de los personajes del Adviento) y no nos fijamos en su exterior, sino en su interior (como con los regalos, no en la envoltura, sino en lo que contienen), no en su manera de vestir, comer o vivir, sino en su mensaje.
Contamos, pues, con la fuerza de la Esperanza, pero es necesario un cambio en nosotros para que el Señor pueda nacer dentro de nosotros…
No olvidemos que “el pesebre de Jesús” no puede estar cubierto de cosas, sino limpio y preparado para Él… Por eso hoy pedimos esa actitud interior de la verdadera Conversión…
Feliz domingo con Jesús… Esperamos su venida… ¡Ven, Señor Jesús!
Damián Ramírez Lozano, sacerdote. (http://www.diocesismalaga.es/)