Lectura del santo evangelio según san Marcos.
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: «Si quieres, puedes limpiarme.»Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Quiero: queda limpio.» La lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio.Él lo despidió, encargándole severamente: «No se lo digas a nadie; pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés.»Pero, cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo, se quedaba fuera, en descampado; y aun así acudían a él de todas partes. Palabra del Señor.
Comentario
María creyó en el Dios de lo imposible. ¿Es que Dios puede ser acaso distinto al Dios de lo imposible? Cuando fallan todas nuestras magníficas ideas, cuando la crisis nos deja aún más pobres y parece que se hunde irremediablemente en el fracaso de lo imposible, todavía nos queda el Señor. Nos queda su Amor. Cuando aparentemente todas las soluciones, una tras otra, demuestran el fracaso de que la realidad se nos escapa de las manos, apareces Tú y, de pronto, la noche queda herida por la luz.Es algo parecido a lo que ocurrió con aquel leproso. La lepra era un signo de enfermedad incurable, de que no tenía solución, de la marginación total de los demás, incluso hasta podría parecer del castigo y del abandono de Dios. Y, de pronto, Jesús se acerca. Siempre te acercas Tú, Señor, a todas nuestras lepras. Eres tan bueno que hasta nos pides permiso para mirarnos. Sólo pediste su fe, como pides la mía, en el Dios de lo imposible. Me dijiste que la lepra más incurable es la lepra del corazón. Es lo que no sabes compartir. Es lo de aquellos que nunca miran a los ojos y tampoco escuchan. Pero Tú no fuiste así. Cuando todos huían de los leprosos, Tú te acercaste, como lo hará después Francisco de Asís, buscando y besando a aquel leproso, y como lo sigue haciendo la Iglesia-Madre en los miles de personas que sufren; y lo hace tan gratuito y desinteresado como lo hizo el Señor. Sólo el acercarse a los que sufren es el inicio de toda curación. Y, de pronto, se hizo el milagro. Aquel leproso recobró la salud, recobró la esperanza al contemplarte a Ti. No se instaló en su dolor. Se abrió, porque contigo todo es distinto. Y se fue entusiasmado y cantando una canción, cantando a todos el Amor de Jesús.Si quieres, puedes; en el fondo, es la afirmación más grande: saber que, detrás de la noche, viene galopando el día y que la solución tiene el nombre de Cristo en nuestra vida. Sólo hay que decir: Si quieres, puedes.
+ Francisco Cerro Chaves, Obispo de Coria-Cáceres.