Coincidiendo con las Fiestas de Santiago de nuestra ciudad, a las que no faltaba el Circo Atlas, vamos a recordar a los santanderinos hermanos Tonneti, unos de los los más grandes payasos de España.
Los hermanos Tonetti fueron dos de los payasos españoles más importantes del siglo XX. En la década de los cincuenta estaban considerados los mejores junto con Charlie Rivel, aquel payaso francés que aullaba a la luna con su traje rojo que le llegaba a los tobillos (que luego imitarían los Aragón. La llegada de su circo a las ciudades estaba considerado como un acontecimiento y se anunciaba a bombo y platillo. La gente hacía interminables colas para lograr una entrada a su espectáculo.
En los Hermanos Tonetti había un payaso listo, el carablanca, y uno tonto. El listo era el de la cara pintada de blanco en la que destacaba una gran ceja negra a modo de interrogación que le daba un aire despierto. Iba vestido todo de blanco con brillos de lentejuelas en la torerilla y zapatos con tacones. El gorro acababa en punta, como para acreditar su tino e inteligencia. Por el contrario, el tonto iba vestido con ropas anchas de colores estridentes y tocado con sombrero chato. Sus grandes zapatos le hacían tropezar a cada paso. El listo no usaba nariz postiza, sino la suya natural, en cambio el tonto, llevaba una gran nariz redonda y roja, y los labios gordos e igualmente pintados. O sea que, por su aspecto, el tonto era muy tonto y el listo, listísimo. Pero como ocurre con la vida misma, al cabo de unos minutos la chiquillada podía comprobar que el listo resultaba ser tonto y el tonto, mucho más pillo que el listo. El tonto era José, el listo Manolo.
A José el mayor de los hermanos, la afición por el circo comenzó cuando era pequeño. Hacer de payaso fue para José Villa su primer juego y, como un juego de niños, se tiznaba la cara y contaba historias a sus amigos de la calle Zapatero, en la santanderina Cuesta de la Atalaya. Pero en casa hacía falta dinero y su padre le empleó en la compañía de electricidad Electra de Viesgo donde también trabajaba él. Sin embargo, su destino estaba escrito y con 12 años colaboró en la Rondalla Katiuska a pesar de la oposición de sus padres: A partir de ese momento, José Villa decidió dedicarse por completo y como profesional al circo.
A comienzos de los 50 se unió a un grupo de artistas y formaron el grupo Hermanos Tonetti, nombre adoptado del célebre clown italiano Antonet y sin que entre ellos hubiera ningún lazo familiar. De esa época es el circo itinerante Radio Circo, que juntos crearon y que más tarde pasó a denominarse Circo Hervás.
La década de los 50 en España son años de esplendor para el circo. José ya estaba triunfando en el mundo del circo y anima a su hermano Manolo, Nolo, que lo hace en el Circo Americano a unirse a él para juntos formar el duo Hermanos Tonetti, ahora sí el dúo circense sí está formado por hermanos de verdad. No tienen vocación de empresario porque los números núnca ha sido su fuerte pero, en 1955 se deciden a montar el itinerante Circo Atlas. El éxito es total y se convierten en el principal competidor del circo más grande que existía: el circo Americano creado por el bilbaíno Arturo Castilla. Por el Atlas pasan figuras mundiales de la talla como, entre otros, Bela-Kremo, Tangarika, Belli, Pinito del Oro que se balanceaba en el trapecio sentada sobre una silla, los Feller, Cesare Togni o Tony Tonito que con 14 años haría el triple salto mortal en los trapecios, el único español que lo ha logrado.
Lo que había empezado modestamente creció hasta convertirse en un auténtico pueblo rodante, con flota propia de transportes y servicios. Junto con el circo Price, afincado en Madrid y el circo Americano de Bilbao, marcaron una época brillante para el espectáculo circense en España. El Atlas realizaría amplias giras por España y participó en multitud de festivales benéficos y actos de caridad. El número de Pepe, la sardinera, les he solicitado allá donde van. Carlos Bacigalupe lo describe de forma cariñosa Inmenso en su sencillez, el payaso aparecía en la pista vestido de pescatera santurzana, que portaba una cesta del rico manjar. Su pregón de las mercancías, sus cuitas con las compradoras, sus críticas aceradas a las vecinas, causaban la risa y el desternille más auténtico. Haciendo el número, Tonetti podía prolongar su actuación el tiempo que hiciera falta, porque para él su trabajo era su devoción y su vicio.
Eran unos profesionales dedicados a su profesión en cuerpo y alma. Como recuerda Alfonso Navalón … Cuando murió su padre, los hermanos fueron a Madrid al entierro. Salieron deprisa y corriendo y volvieron con tiempo de pintarse la cara y estar en la pista para hacer reír a ese público que lo adoraba. Hicieron los chistes de siempre, sus carcajadas y sus piruetas eran más espectaculares que nunca y cuando acabó la función, Pepe se derrumbó sobre un taburete y sus lágrimas de payaso, resbalando sobre los colorines del maquillaje, me llegaron al alma. Desgraciadamente, el espectáculo debe continuar y, como decía la canción italiana:
Ríe tú payaso que esa es tu misiónque importa si adentro te llora el corazón.
Sin embargo, a finales de los años 70 la crisis económica afectó al circo y los hermanos Tonetti, a los que la gente adoraban, permanecieron a duras penas en activo hasta 1982. Como las taquillas no cubrían ya los gastos les organizaron en Santander y en Bilbao algunos homenajes que les permitían tapar un agujero. En 1983 Nolo, se hundió en una terrible depresión y una mañana, pese a estar recibiendo tratamiento psicológico, decidió poner fin a su vida de forma dramática. Cuando Pepe se levantó para hacer sus ejercicios de gimnasia, se lo encontró ahorcado. Tuvo que ser su hermano el que lo descubriera.
Durante un breve tiempo, el mayor de los Tonetti intentó seguir y actuó en solitario reviviendo su personaje de la Sardinera. Pero ésta vez el golpe es demasiado duro y se desanima, poco después decide retirarse. Triste paralelismo con sus representaciones circenses: el tonto, a la postre, es el que sobrevive; El listo, como siempre, es el que pierde.
José Villa del Río fue, junto a otros compañeros de profesión, fundador del Club de Payasos Españoles y Artistas del Circo, de carácter benéfico, con el que actuaron desinteresadamente en numerosas ciudades españolas.
A José, su labor de payaso se ha visto recompensada en numerosas ocasiones. Recibió la Insignia del Club de Payasos, el Premio Nacional del Circo (1972), el Premio Molino de Oro (1977), la Cruz de Beneficencia (1974), la Medalla de Cantabria (1985) y la Medalla de Oro al Mérito en Bellas Artes concedida en 1993 en Consejo de Ministros. En 1996 recibirá el máximo galardón que concede el Ayuntamiento de Torrelavega: la Medalla de Oro de la ciudad. El 19 de noviembre de 1998 recibió, por segunda vez, el Premio Nacional del Circo, que concede el Ministerio de Educación y Cultura.
José Villa, que en su retiro madrileño de la localidad de Algete se dedicó a escribir versos y a la pintura, era padre de una hija, María del Mar. Su hijo Víctor falleció en 1984 a causa de un accidente de motocicleta. Vivía rodeado de todos sus recuerdos del circo, con su rulot aún aparcada delante de su casa como si, en cualquier momento, todo estuviera a punto para actuar esa misma tarde.
Desde 1997 actuó como Consejero del Consejo del Circo para el Ministerio de Educación y Cultura.
En el 2002, pocos minutos antes de entregar los premios que llevan su nombre y que concede cada año la Asociación Amigos de Tonetti, sufrió un infarto cerebral en el Hospital de Basurto (Vizcaya). Desde entonces ya nada sería lo mismo. José Villa del Río, el mayor de los hermanos Tonetti, murió el 20 de febrero de 2004 a los 83 años. Con él moría el Rey. El Rey de los payasos.
En los Hermanos Tonetti había un payaso listo, el carablanca, y uno tonto. El listo era el de la cara pintada de blanco en la que destacaba una gran ceja negra a modo de interrogación que le daba un aire despierto. Iba vestido todo de blanco con brillos de lentejuelas en la torerilla y zapatos con tacones. El gorro acababa en punta, como para acreditar su tino e inteligencia. Por el contrario, el tonto iba vestido con ropas anchas de colores estridentes y tocado con sombrero chato. Sus grandes zapatos le hacían tropezar a cada paso. El listo no usaba nariz postiza, sino la suya natural, en cambio el tonto, llevaba una gran nariz redonda y roja, y los labios gordos e igualmente pintados. O sea que, por su aspecto, el tonto era muy tonto y el listo, listísimo. Pero como ocurre con la vida misma, al cabo de unos minutos la chiquillada podía comprobar que el listo resultaba ser tonto y el tonto, mucho más pillo que el listo. El tonto era José, el listo Manolo.
A José el mayor de los hermanos, la afición por el circo comenzó cuando era pequeño. Hacer de payaso fue para José Villa su primer juego y, como un juego de niños, se tiznaba la cara y contaba historias a sus amigos de la calle Zapatero, en la santanderina Cuesta de la Atalaya. Pero en casa hacía falta dinero y su padre le empleó en la compañía de electricidad Electra de Viesgo donde también trabajaba él. Sin embargo, su destino estaba escrito y con 12 años colaboró en la Rondalla Katiuska a pesar de la oposición de sus padres: A partir de ese momento, José Villa decidió dedicarse por completo y como profesional al circo.
A comienzos de los 50 se unió a un grupo de artistas y formaron el grupo Hermanos Tonetti, nombre adoptado del célebre clown italiano Antonet y sin que entre ellos hubiera ningún lazo familiar. De esa época es el circo itinerante Radio Circo, que juntos crearon y que más tarde pasó a denominarse Circo Hervás.
La década de los 50 en España son años de esplendor para el circo. José ya estaba triunfando en el mundo del circo y anima a su hermano Manolo, Nolo, que lo hace en el Circo Americano a unirse a él para juntos formar el duo Hermanos Tonetti, ahora sí el dúo circense sí está formado por hermanos de verdad. No tienen vocación de empresario porque los números núnca ha sido su fuerte pero, en 1955 se deciden a montar el itinerante Circo Atlas. El éxito es total y se convierten en el principal competidor del circo más grande que existía: el circo Americano creado por el bilbaíno Arturo Castilla. Por el Atlas pasan figuras mundiales de la talla como, entre otros, Bela-Kremo, Tangarika, Belli, Pinito del Oro que se balanceaba en el trapecio sentada sobre una silla, los Feller, Cesare Togni o Tony Tonito que con 14 años haría el triple salto mortal en los trapecios, el único español que lo ha logrado.
Lo que había empezado modestamente creció hasta convertirse en un auténtico pueblo rodante, con flota propia de transportes y servicios. Junto con el circo Price, afincado en Madrid y el circo Americano de Bilbao, marcaron una época brillante para el espectáculo circense en España. El Atlas realizaría amplias giras por España y participó en multitud de festivales benéficos y actos de caridad. El número de Pepe, la sardinera, les he solicitado allá donde van. Carlos Bacigalupe lo describe de forma cariñosa Inmenso en su sencillez, el payaso aparecía en la pista vestido de pescatera santurzana, que portaba una cesta del rico manjar. Su pregón de las mercancías, sus cuitas con las compradoras, sus críticas aceradas a las vecinas, causaban la risa y el desternille más auténtico. Haciendo el número, Tonetti podía prolongar su actuación el tiempo que hiciera falta, porque para él su trabajo era su devoción y su vicio.
Eran unos profesionales dedicados a su profesión en cuerpo y alma. Como recuerda Alfonso Navalón … Cuando murió su padre, los hermanos fueron a Madrid al entierro. Salieron deprisa y corriendo y volvieron con tiempo de pintarse la cara y estar en la pista para hacer reír a ese público que lo adoraba. Hicieron los chistes de siempre, sus carcajadas y sus piruetas eran más espectaculares que nunca y cuando acabó la función, Pepe se derrumbó sobre un taburete y sus lágrimas de payaso, resbalando sobre los colorines del maquillaje, me llegaron al alma. Desgraciadamente, el espectáculo debe continuar y, como decía la canción italiana:
Ríe tú payaso que esa es tu misiónque importa si adentro te llora el corazón.
Sin embargo, a finales de los años 70 la crisis económica afectó al circo y los hermanos Tonetti, a los que la gente adoraban, permanecieron a duras penas en activo hasta 1982. Como las taquillas no cubrían ya los gastos les organizaron en Santander y en Bilbao algunos homenajes que les permitían tapar un agujero. En 1983 Nolo, se hundió en una terrible depresión y una mañana, pese a estar recibiendo tratamiento psicológico, decidió poner fin a su vida de forma dramática. Cuando Pepe se levantó para hacer sus ejercicios de gimnasia, se lo encontró ahorcado. Tuvo que ser su hermano el que lo descubriera.
Durante un breve tiempo, el mayor de los Tonetti intentó seguir y actuó en solitario reviviendo su personaje de la Sardinera. Pero ésta vez el golpe es demasiado duro y se desanima, poco después decide retirarse. Triste paralelismo con sus representaciones circenses: el tonto, a la postre, es el que sobrevive; El listo, como siempre, es el que pierde.
José Villa del Río fue, junto a otros compañeros de profesión, fundador del Club de Payasos Españoles y Artistas del Circo, de carácter benéfico, con el que actuaron desinteresadamente en numerosas ciudades españolas.
A José, su labor de payaso se ha visto recompensada en numerosas ocasiones. Recibió la Insignia del Club de Payasos, el Premio Nacional del Circo (1972), el Premio Molino de Oro (1977), la Cruz de Beneficencia (1974), la Medalla de Cantabria (1985) y la Medalla de Oro al Mérito en Bellas Artes concedida en 1993 en Consejo de Ministros. En 1996 recibirá el máximo galardón que concede el Ayuntamiento de Torrelavega: la Medalla de Oro de la ciudad. El 19 de noviembre de 1998 recibió, por segunda vez, el Premio Nacional del Circo, que concede el Ministerio de Educación y Cultura.
José Villa, que en su retiro madrileño de la localidad de Algete se dedicó a escribir versos y a la pintura, era padre de una hija, María del Mar. Su hijo Víctor falleció en 1984 a causa de un accidente de motocicleta. Vivía rodeado de todos sus recuerdos del circo, con su rulot aún aparcada delante de su casa como si, en cualquier momento, todo estuviera a punto para actuar esa misma tarde.
Desde 1997 actuó como Consejero del Consejo del Circo para el Ministerio de Educación y Cultura.
En el 2002, pocos minutos antes de entregar los premios que llevan su nombre y que concede cada año la Asociación Amigos de Tonetti, sufrió un infarto cerebral en el Hospital de Basurto (Vizcaya). Desde entonces ya nada sería lo mismo. José Villa del Río, el mayor de los hermanos Tonetti, murió el 20 de febrero de 2004 a los 83 años. Con él moría el Rey. El Rey de los payasos.
esta muy bien los payasos
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