La Colegiata de San Pedro de Cervatos

Colegiata de San Pedro. Cervatos, Enmedio,Cantabria.Declarada Bien de Interés Cultural / 1895
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En la Colegiata de San Pedro llama poderosamente la atención su colección de canecillos, en donde abundan figuraciones de subida sexualidad. El hecho no es anormal en el románico, pero choca en Cervatos la repetición de escenas provocativas. En el siglo pasado, con cierta fantasía derivada del desconocimiento del arte románico, se llegó a suponer que tal vez fuesen los restos de un templo dedicado a Priapo.
Antes de ser colegiata fue monasterio, fundado, al parecer, por el Conde Sancho de Castilla en el año 999. La iglesia actual no es de gran tamaño pero sí de cuidadas proporciones. Dos inscripciones, conservadas en los sillares del muro sur, nos facilitan fechas que vienen a estar de acuerdo con las dos facturas del edificio. La más antigua, 1129, puede muy bien corresponder con la construcción de la única nave de la iglesia, con su ábside y puerta. Evidentemente el tipo de talla de sus elementos escultóricos, de canon reducidísimo y tosco, nos lleva a esa posible cronología.
Muy interesante es la puerta que, excepcionalmente en el románico de Cantabria, lleva tímpano y dintel decorados con un bello juego de vástagos vegetales y hojas entrelazadas a modo de ataurique. En las enjutas hay diversos relieves incrustados con temas bíblicos: Daniel entre los leones, Adán y Eva, San Miguel Arcángel, la figura de un obispo, etc.
Muy bellas, y de vieja traza, son las ventanas tanto del muro sur como las del ábside, con abundante utilización de taqueado y capiteles vegetales e iconográficos.
El interior ha sido muy modificado en las bóvedas de la nave, que fueron fabricadas muy posteriormente a la edificación románica. Lo puro de este estilo está en el arco triunfal y en el ábside. Este se decora con diez arquerías ciegas que apoyan en capiteles de variados motivos. Muy originales son las ménsulas en las que apoya el arco fajón que cierra la bóveda de horno, y los capiteles del triunfal.
La torre parece ya de fecha más próxima y dentro de un románico casi transitivo. Ya apuntan sus arcos, los capiteles recuerdan las obras de los maestros de Aguilar, y todo ello parece estar de acuerdo con la segunda inscripción, la que está a la derecha de la puerta, que señala la consagración de la iglesia en 1199 por el obispo de Burgos, Marino. Datación que viene muy bien para aplicarla al levantamiento de la torre campanario.
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