Juan Bautista Maíno.La recuperación de Bahía del Brasil (óleo sobre lienzo). Representa la reconquista de Salvador de Bahía por las tropas hispano-portuguesas bajo el mando de Don Fadrique el 1 de mayo de 1625, contra las fuerzas holandesas que la tenían ocupada. Museo del Prado, Madrid, España.
Fray Juan Bautista Maíno o Mayno (Pastrana, Guadalajara, 1578 – Madrid, 1649), pintor español del Barroco.
Sus padres fueron un milanés y una noble portuguesa que estuvieron al servicio de la duquesa de Pastrana, la famosa Princesa de Éboli.
Algunos críticos piensan que Maíno aprendió con El Greco, pero no ha podido demostrarse documentalmente; el hecho es que se formó en Italia, donde pasó los años que van de 1600 a 1608 y donde conoció la pintura de Caravaggio, de su discípulo Orazio Gentileschi, de Guido Reni y de Annibale Carracci.
En 1608 regresa a Pastrana, donde da a conocer un estilo que bebe del clasicismo boloñés, del naturalismo y del tenebrismo en una Trinidad pintada para el altar lateral del Monasterio de Concepcionistas Franciscanas del lugar.
En marzo de 1611 se instala en Toledo y en 1612 pinta para los dominicos el Retablo de las cuatro Pascuas, ahora en el Museo del Prado, acaso su obra más conocida. Son especialmente reseñables los lienzos de La Adoración de los Reyes Magos y La Adoración de los Pastores, de formato vertical.
El 20 de junio de 1613, Maíno ingresó en la Orden de Santo Domingo y vivió en su monasterio de San Pedro Mártir. Ello redujo su actividad artística, aunque a esta época pertenece otra Adoración de los Pastores actualmente en el Museo del Hermitage de San Petersburgo. Este tema bíblico fue tratado varias veces por Maíno; otra versión se guarda en el Museo Meadows de Dallas.
Felipe III lo llamó a la Corte en 1620 para que fuera maestro de dibujo del futuro Felipe IV, ya que era famoso en esta disciplina que aprendió en Italia y desarrolló luego en Toledo. Por entonces Maíno trabó amistad con Diego Velázquez, a quien protegió; le eligió en un concurso público para pintar el tema de La expulsión de los moriscos. Este cuadro afianzó la posición del joven Velázquez en la corte madrileña, aunque tristemente no se conserva pues resultó destruido en el incendio del Alcázar de Madrid de 1734.
Maíno murió en el convento de Santo Tomás de Madrid, en 1649. Uno de sus discípulos parece fue Juan Ricci.
Algunos críticos piensan que Maíno aprendió con El Greco, pero no ha podido demostrarse documentalmente; el hecho es que se formó en Italia, donde pasó los años que van de 1600 a 1608 y donde conoció la pintura de Caravaggio, de su discípulo Orazio Gentileschi, de Guido Reni y de Annibale Carracci.
En 1608 regresa a Pastrana, donde da a conocer un estilo que bebe del clasicismo boloñés, del naturalismo y del tenebrismo en una Trinidad pintada para el altar lateral del Monasterio de Concepcionistas Franciscanas del lugar.
En marzo de 1611 se instala en Toledo y en 1612 pinta para los dominicos el Retablo de las cuatro Pascuas, ahora en el Museo del Prado, acaso su obra más conocida. Son especialmente reseñables los lienzos de La Adoración de los Reyes Magos y La Adoración de los Pastores, de formato vertical.
El 20 de junio de 1613, Maíno ingresó en la Orden de Santo Domingo y vivió en su monasterio de San Pedro Mártir. Ello redujo su actividad artística, aunque a esta época pertenece otra Adoración de los Pastores actualmente en el Museo del Hermitage de San Petersburgo. Este tema bíblico fue tratado varias veces por Maíno; otra versión se guarda en el Museo Meadows de Dallas.
Felipe III lo llamó a la Corte en 1620 para que fuera maestro de dibujo del futuro Felipe IV, ya que era famoso en esta disciplina que aprendió en Italia y desarrolló luego en Toledo. Por entonces Maíno trabó amistad con Diego Velázquez, a quien protegió; le eligió en un concurso público para pintar el tema de La expulsión de los moriscos. Este cuadro afianzó la posición del joven Velázquez en la corte madrileña, aunque tristemente no se conserva pues resultó destruido en el incendio del Alcázar de Madrid de 1734.
Maíno murió en el convento de Santo Tomás de Madrid, en 1649. Uno de sus discípulos parece fue Juan Ricci.
Hasta 1958 la crítica había considerado a Maíno un pintor italiano, tanto por su formación en Italia como por el origen de su padre. Casi toda su obra es de temática religiosa, y entra dentro del naturalismo tenebrista de Caravaggio y su principal discípulo, Orazio Gentileschi.
Destacan dos óleos de gran tamaño, pintados ambos en 1612, que hoy se encuentran en el Museo del Prado: la Adoración de los Magos, por un lado, y la Adoración de los Pastores, por otro. En ellos se aprecia la influencia del caravaggismo, que conoció de primera mano durante su visita a Roma, si bien suaviza los rasgos naturalistas y se recrea en las texturas y los materiales lujosos, más de acuerdo con Gentileschi. En dichos cuadros se aprecia una composición abigarrada, a pesar de lo cual tanto las poses como los gestos ofrecen una imagen dinámica y plena de acción y movimiento; su realismo se deja notar, por ejemplo, en el primero de estos cuadros, en la descripción del rey Baltasar con un tipo africano perfectamente plasmado, de forma que no se puede decir haya sido representado como el estereotipo acostumbrado de europeo teñido de negro.
En cuanto a su pinturas de temas profanos, muy escasas, se cree que ocultan cierto contenido crítico sobre la política y la sociedad de su época que no ha sido todavía bien estudiado; abundan en ellas los símbolos. Destacan en este sentido los dibujos y grabados sobre Felipe IV y el cuadro La recuperación de Bahía, que puede contemplarse en el Museo del Prado, alusivo a una acción militar en el puerto de San Salvador de Bahía (Brasil). De su actividad como retratista se mencionaba su destreza en las efigies en miniatura, si bien no parecen subsistir y sólo se conocen dos retratos a tamaño natural: un Retrato de un caballero en el Museo del Prado, y otro de un fraile en el Ashmolean Museum de Oxford.
El Museo del Prado de Madrid posee el mejor conjunto de obras de este artista, y acaba de inaugurar una una exposición antológica sobre este artísta que se prolongará hasta el 17 de enero de 2010.
Destacan dos óleos de gran tamaño, pintados ambos en 1612, que hoy se encuentran en el Museo del Prado: la Adoración de los Magos, por un lado, y la Adoración de los Pastores, por otro. En ellos se aprecia la influencia del caravaggismo, que conoció de primera mano durante su visita a Roma, si bien suaviza los rasgos naturalistas y se recrea en las texturas y los materiales lujosos, más de acuerdo con Gentileschi. En dichos cuadros se aprecia una composición abigarrada, a pesar de lo cual tanto las poses como los gestos ofrecen una imagen dinámica y plena de acción y movimiento; su realismo se deja notar, por ejemplo, en el primero de estos cuadros, en la descripción del rey Baltasar con un tipo africano perfectamente plasmado, de forma que no se puede decir haya sido representado como el estereotipo acostumbrado de europeo teñido de negro.
En cuanto a su pinturas de temas profanos, muy escasas, se cree que ocultan cierto contenido crítico sobre la política y la sociedad de su época que no ha sido todavía bien estudiado; abundan en ellas los símbolos. Destacan en este sentido los dibujos y grabados sobre Felipe IV y el cuadro La recuperación de Bahía, que puede contemplarse en el Museo del Prado, alusivo a una acción militar en el puerto de San Salvador de Bahía (Brasil). De su actividad como retratista se mencionaba su destreza en las efigies en miniatura, si bien no parecen subsistir y sólo se conocen dos retratos a tamaño natural: un Retrato de un caballero en el Museo del Prado, y otro de un fraile en el Ashmolean Museum de Oxford.
El Museo del Prado de Madrid posee el mejor conjunto de obras de este artista, y acaba de inaugurar una una exposición antológica sobre este artísta que se prolongará hasta el 17 de enero de 2010.