Dies Domini 25 de octubre de 2009

XXX Domingo del Tiempo ordinario
Evangelio
En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo (el hijo de Timeo) estaba sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: «Hijo de David, ten compasión de mí».Muchos le regañaban para que se callara. Pero él gritaba más: «Hijo de David, ten compasión de mí».Jesús se detuvo y dijo: «Llamadlo».Llamaron al ciego diciéndole: «Ánimo, levántate, que te llama».Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús.Jesús le dijo: «¿Qué quieres que haga por ti?»El ciego le contestó: «Maestro, que pueda ver».Jesús le dijo: «Anda, tu fe te ha curado». Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.
Marcos 10, 46-52
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