1. Metrocles, discípulo de Crates y hermano de Hiparquia, había antes estudiado con Teofrasto Peripatético, donde estuvo a punto de perder la vida. Fue el caso que, estando un día en la lección, se le escapó una ventosidad involuntariamente. Tanto fue el rubor y pena que de ello le sobrevino, que se cerró en su cuarto con ánimo de dejarse morir de hambre. Sabídolo Crates, entró a él con fin de consolarlo, y habiendo comido antes altramuces, lo procuró persuadir primero con palabras, diciéndole que ningún absurdo había cometido, antes sería cosa monstruosa no despedir los flatos según la naturaleza; y luego, soltando él también su flato, lo curó de obra y lo alentó con razones. Desde entonces fue su discípulo, y salió un célebre filósofo.
2. Hecatón, en el libro 1 de sus Críos, afirma que Metrocles quemó todos sus escritos, diciendo:
Imágenes soñadas
es todo esto, y puras niñerías.
Algunos dicen que lo que quemó fue lo que había apuntado oyendo a Teofrasto, y que dijo:
Ven al punto, Vulcano (433):
Tetis te necesita.
Decía: «Las cosas unas se adquieren por dinero, como la casa; otras con el tiempo y aplicación, como las disciplinas. Que las riquezas son nocivas si de ellas no se hace buen uso.» Murió ya viejo, sofocándose él mismo. Tuvo por discípulos a Teombroto y a Cleómenes. De Teombroto lo fue Demetrio Alejandrino; y de Cleómenes, Timarco Alejandrino y Equecles Efesio, que también oyó a Teombroto. De éste lo fue Menedemo, de quien trataremos adelante. Fue también célebre entre ellos Menipo Sinopense.
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(433) Este verso de Homero lo dijo también Platón, como vimos en su vida, pár. 4. Es el 392 del lib. XVIII de la Ilíada.