En 1723, se traslada por primera vez a París donde inicia su formación pictórica en el taller de Jean Baptiste Massé, retratista, miniaturista y grabador. Tras presentarse al concurso de la academia en 1735, con su única obra de temática religiosa, “David y Abimelec” y ser rechazado, marcha a Italia.
De 1738 a 1742, realiza incansables viajes por las islas griegas y Constantinopla (Estambul), donde adopta la vestimenta turca como atuendo habitual y como un motivo recurrente en numerosos dibujos y pinturas. Invitado por el Príncipe de Moldavia, pasa una larga temporada en Rumania donde es requerido con entusiasmo, para pintar los retratos de la nobleza local. Lo mismo ocurrirá desde 1743 en Viena, donde se convierte en un amigo inseparable de la emperatriz, y alcanza el estatus de Pintor de la Nobleza. De este periodo data su obra mas conocida y no obstante, de poco valor en su época “La Bella Chocolatera”.
Regresa a Italia, ya como pintor de renombre, instalandose en Venecia, en 1745, y un año mas tarde en París nuevamente, viviendo esta vez de modo fastuoso. Sus labores se cotizan de modo soberbio y realiza los retratos de toda la familia real, incluso contando con el rechazo manifiesto de la academia, que critica su estilo de excesivamente “verista” y que llegará a negarle la obtención del titulo de maestro. Hacia 1753 viaja a Londres y en 1755 a Holanda donde como de costumbre, se mueve en los círculos de la nobleza y la alta burguesía. Es aquí donde comienza a experimentar con esmaltes de gran tamaño.
Durante dos años, de 1773 a 1775, expone en la Royal Academy de Londres con un éxito sin precedentes y comienza a escribir “il traité”, obra que no publicará hasta 1781. En sus últimos años de vida, retirado del ruido de las cortes, pinta casi exclusivamente naturalezas muertas, esmaltes y placas de porcelana.
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