Su actividad teatral se remonta a 1942, en que con el TEU (Teatro Español Universitario) de Granada realizó numerosos montajes, casi todos ellos de clásicos o de teatro en verso. Obtuvo el Premio Nacional del Frente de Juventudes con LUZ DE AMANECER, de Manuel Benítez Carrasco, a una de cuyas representaciones asistió el mismísimo Francisco Franco. Otros montajes primerizos fueron EL MÉDICO SIMPLE, MISTERIO DE NAVIDAD, BAILE EN CAPITANÍA, EL VERGONZOSO EN PALACIO, EN FLANDES SE HA PUESTO EL SOL, LA ESTRELLA DE SEVILLA, MARÍA ESTUARDO, EL DIVINO IMPACIENTE o EL ALCÁZAR DE LAS PERLAS; un repertorio patriótico-clasicista propio de los años de la posguerra. Durante 1945 esta compañía universitaria, a la que dio el nombre de Teatro Lope de Vega de Granada, realizó varias giras por Ceuta y diversas ciudades de Marruecos. Un año después adquiría estatus profesional como Compañía Lope de Vega, con el estreno de ROMEO Y JULIETA en el Teatro Eslava de Valencia: la versión fue de Nicolás González Ruiz, la escenografía de Sigfrido Burmann, los figurines de Vicente Viudes y la música de Manuel Parada. Todos ellos fueron habituales colaboradores en los montajes de temporadas posteriores, en las cuales los clásicos siguieron siendo el plato fuerte: EL SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO, LA VIDA ES SUEÑO, OTELO, JUAN DE ARCO, PERIBÁÑEZ Y EL COMENDADOR DE OCAÑA, EL ALCALDE DE ZALAMEA o HAMLET; y autos sacramentales como LA CENA DEL REY BALTASAR, que representó ante el Papa Pío XII en el Auditorium del Palacio Pío del Vaticano, en 1953; montaje que repondría en la basílica de San Francisco el Grande, de Madrid, en 1981.
En este repertorio tradicional aparecía de cuando en cuando títulos más rompedores: EL ÁGUILA DE DOS CABEZAS, de Cocteau; MUERTE DE UN VIAJANTE, de Miller; LOS INTERESES CREADOS, de Benavente; EL ANTICUARIO, de Suárez de Deza; OTRA VEZ EL DIABLO, de Casona; CELOS DEL AIRE, de López Rubio; o HISTORIA DE UNA ESCALERA, de Buero Vallejo.
Esta gran actividad al frente de su compañía, itinerante por diversos países de Hispanoamérica, se vio recompensada con su nombramiento en 1954 como director titular del Teatro Español de Madrid. La nueva etapa fue inaugurada con un vistoso montaje de DON JUAN TENORIO; a este siguieron EDIPO, DIÁLOGOS DE CARMELITAS, LA VIDA ES SUEÑO, SEIS PERSONAJES EN BUSCA DE AUTOR, CYRANO DE BERGERAC, PROCESO DE JESÚS, LAS BRUJAS DE SALEM, ENRIQUE IV, LAS MENINAS, EL AVARO, EL GENIO ALEGRE…
La gran tonadillera Concha Piquer logró su último gran triunfo de la mano de José Tamayo al estrenar en el Teatro de La Zarzuela, en mayo de 1957, PUENTE DE COPLAS, de los maestros del género folclórico Quintero, León y Quiroga.
En 1961 comenzó Tamayo, al frente del pequeño teatro Bellas Artes, construido por iniciativa suya en los bajos del Círculo, la que se considera como su etapa más fructífera y arriesgada, que se inició con la vuelta de Valle-Inclán a los escenarios después de la Guerra Civil: el estreno de DIVINAS PALABRAS. Un año después favoreció el regreso a España de Alejandro Casona con el clamoroso estreno de LA DAMA DEL ALBA, y ese mismo año dirigió BODAS DE SANGRE. En 1963 cosechó otro de sus grandes éxitos: CALÍGULA, con la magistral interpretación de José M.ª Rodero. Su repertorio se moderniza cada vez más y estrena la única obra escrita por Casona a su vuelta a España: EL CABALLERO DE LAS ESPUELAS DE ORO y se atreve con Bertolt Brecht y con los autores europeos más renovadores. Hito culminante de esta etapa es el estreno absoluto de LUCES DE BOHEMIA, el 1 de octubre de 1971.
LOS FESTIVALES DE ESPAÑA
La zarzuela, durante los años cincuenta, fue perdiendo la vitalidad y la calidad que la habían caracterizado en otros tiempos; pero en la década de los sesenta el género lírico recibió un nuevo impulso al ser introducido en la programación de los célebres Festivales de España.
Los Festivales de España fueron creados durante los años de expansión económica del franquismo. El turismo, base de la economía española durante mucho tiempo, había proporcionado importantes sumas de dinero a un gobierno que empezaba a dar algunas muestras de apertura, especialmente en el campo cultural. Casi todas las capitales españolas tuvieron sus propios Festivales. Algunas aprovecharon sus monumentos históricos para los montajes. Este fue el caso de los de Granada, cuyos actos tenían lugar en La Alhambra, y que junto a los de San Sebastián y Santander, fueron los Festivales de España de más calidad. Además de estas ciudades hubo otras muchas en que se organizaron ciclos musicales y teatrales. Entre la larga lista podemos destacar Alicante, Avila, Cuenca, Las Palmas, Mallorca, Oviedo, Salamanca, Segovia, Sevilla, Toledo, Valencia, Zamora, Zaragoza y, por descontado, Madrid y Barcelona.
Estos escenarios al aire libre ofrecieron representaciones de grandes obras de teatro, música y danza durante la estación veraniega, y dieron vida a los autos sacramentales de Calderón de la Barca, a los versos de Lorca, a obras clásicas como LA CELESTINA, a los ballets de repertorio, a las comedias, a la ópera y al propio teatro lírico español. El difícil empeño encontró su artífice: el director José Tamayo, talento bien calificado para afrontar las grandes realizaciones escénicas. A veces, por su desmedida tendencia a lo espectacular, algunos maliciosos le llamaron el Cecil B. de Mille del teatro español.
EL GÉNERO LÍRICO
El primer contacto de Tamayo con el teatro musical no fue con la zarzuela, sino el género revisteril, ya que en 1952 dirigió en el Teatro Calderón de Barcelona, la obra de Carlos Llopis y el maestro Manuel Parada LA CUARTA DE A. POLO; en 1954 consiguió su primer éxito musical en Madrid, en el castizo marco de La Corrala, con la Compañía Lírica Amadeo Vives en LA VERBENA DE LA PALOMA, con Pilar Lorengar, Carlota Bilbao, Blanquita Suárez, Manuel Ausensi y Miguel Ligero. Con la comedia musical americana AL SUR DEL PACÍFICO, estrenada en 1954 en un Teatro de La Zarzuela próximo a su cierre, continuaba su aventura con el género lírico del que pronto sería un enamorado fiel.
En octubre de 1956 el remozado Teatro de La Zarzuela vuelve a abrir sus puertas con una DOÑA FRANCISQUITA que ha quedado para siempre como ejemplo de lo que debe ser el teatro lírico español, digno de codearse, incluso de superar, lo que en otros países está considerado como representativo. Tamayo comenzó por sepultar los viejos telones, tan poblados de rotos, y sustituirlos por sugerentes fondos corpóreos. El acontecimiento lírico fue presidido por el Jefe del Estado, Generalísimo Franco. José Tamayo eligió un elenco verdaderamente irrepetible: Ana María Olaria y Lina Huarte (Francisquita); Ana M.ª Iriarte, Inés Rivadeneyra y Angeles Nistal (Aurora la Beltrana); Selica Pérez Carpio (Doña Francisca); Alfredo Kraus, Carlos Munguía y Agustín Godoy (Fernando); Gerardo Monreal (Cardona) y Aníbal Vela (Don Matías). La coreografía corrió a cargo de Alberto Lorca, los decorados fueron de Emilio Burgos, y los figurines de Víctor M.ª Cortezo. La dirección musical contó con la presencia de un joven maestro leonés: Odón Alonso. La gran impresión de la noche, al margen de las espléndidas voces, fue el sonido y la presencia física del coro, su pastosidad y su clara vocalización. Atrás quedaban aquellos conjuntos que formaban la mayoría de los coros en los años 30 y 40. El artífice de esa maravilla fue el maestro José Perera, fundador de los Cantores de Madrid.
LA ANTOLOGÍA DE LA ZARZUELA
La Compañía Lírica Amadeo Vives fue durante muchos años el vehículo con el que Tamayo fundió la modernidad escénica con la zarzuela. La experiencia adquirida en los montajes clásicos, dominando el movimiento de masas, decorados e iluminación, le permitió el tratar a la zarzuela como un musical a la americana. La ANTOLOGÍA DE LA ZARZUELA fue el resultado de un largo proceso de producción. Estructuró la primera ANTOLOGÍA con dimensiones gigantescas, al punto de que sólo fue posible su desarrollo en tres escenarios, de 500 metros cuadrados de superficie, montados por la organización de los Festivales de España: la Cascada del Parque de la Ciudadela, en Barcelona; la Plaza Mayor de Madrid y la Plaza de España, en Sevilla.
La primera idea de este espectáculo surgió en Ginebra (Suiza), entre los últimos meses de 1964 y los primeros de 1965, donde Tamayo se había trasladado para someterse a una cura de reposo tras una década de intenso trabajo. Durante su estancia en Suiza fue madurando la idea de un espectáculo integrado por los fragmentos más brillantes del repertorio zarzuelístico. El escritor José Herrera, entonces exiliado en Suiza, le sugirió que iniciara la ANTOLOGÍA con una loa de Calderón. La idea le pareció interesante y optó por EL LAUREL DE APOLO, una de las primeras zarzuelas que se escribieron en el siglo XVII, y donde se pone en boca del personaje de “La Zarzuela”, una acertada definición del género:
“No es comedia, sino sólo
una fábula pequeña
en que, a imitación de Italia
se canta y se representa.”
Puesto que la partitura de esta obra de Calderón se había perdido, tuvo que escribirse una música nueva, tarea que se encargó a Manuel Moreno Buendía. Tras ese número debía seguir fragmentos de EL BARBERILLO DE LAVAPIÉS, EL NIÑO JUDÍO, LA BODA DE LUIS ALONSO o LA LINDA TAPADA, entre otros.
En sus últimas semanas en Suiza, Tamayo ya tenía perfectamente diseñada su ANTOLOGÍA. A su regreso a España puso manos a la obra y estrenó su espectáculo en Barcelona, en el marco del Parque de la Ciudadela donde, durante quince días, presenciaron la ANTOLOGÍA DE LA ZARZUELA un total de 30.000 espectadores. Tras esa primera actuación, la compañía presentó el espectáculo en la Plaza Mayor de Madrid y en la Plaza de España de Sevilla, lugares a los que seguirían una larga lista de nombres de ciudades españolas y de diferentes países extranjeros.
En los años setenta José Tamayo asumió la dirección del Teatro Nacional de La Zarzuela, período en que la ANTOLOGÍA DE LA ZARZUELA, adaptada a los escenarios convencionales, se representó a lo largo de dos temporadas consecutivas. La ANTOLOGÍA se renovaba de forma periódica, y en el escenario del mismo Teatro de La Zarzuela se ofreció durante bastantes meses una ANTOLOGÍA SERRANO, nutrida con los más brillantes fragmentos de la fecunda obra lírica del compositor valenciano.
La ANTOLOGÍA DE LA ZARZUELA se exportó internacionalmente, en giras anuales, desde 1983, lo que la convirtió en el espectáculo más representativo y aclamado del teatro lírico español de todos los tiempos.
El Teatro Nuevo Apolo, anteriormente Palacio del Progreso, se modernizó y se convirtió en la sede permanente de la NUEVA ANTOLOGÍA DE LA ZARZUELA desde 1987, dando continuidad a la gloriosa historia del antiguo Apolo. Tamayo fue el director de ese Nuevo Apolo, teatro musical de Madrid, enclavado en la Plaza de Tirso de Molina.
Las piezas que formaban el programa procedían, obviamente, de una selección de compositores que fueron los pilares en la historia del género zarzuelístico: Barbieri, Fernández Caballero, Chueca, Chapí, Bretón, Giménez, Vives, Serrano, Luna, Guridi, Lleó, Penella, Soutullo y Vert, Alonso, Guerrero, Moreno Torroba y Sorozábal.
En todas las ANTOLOGÍAS se han integrado siempre primeras figuras del teatro lírico español. Nombrarlos a todos haría la lista demasiado larga. Cabe destacar algunos nombres incuestionables: Angeles Chamorro, Mari Carmen Ramírez, Pedro Lavirgen y, de forma excepcional para funciones especiales, la presencia de Victoria de los Angeles, Montserrat Caballé o Plácido Domingo.
Ha sido el espectáculo español de más dilatada vida escénica en continuidad: desde 1965; un cuarto de siglo de permanencia en las carteleras. ¡Y qué carteleras! Prescindiendo de las españolas, nos encontramos con un itinerario que recoge los primeros escenarios de Amsterdam, Berlín, Buenos Aires, Hong Kong, Jerusalén, La Habana, Las Vegas, Lisboa, Londres, Miami, Montreal, Moscú, Nueva York, México, París, Pekín, Sicilia, Singapur, Tokyo, Washington y otras muchas ciudades de Estados unidos, Hispanoamérica y Europa.
Exceptuando las capitales iberoamericanas, el público de los demás lugares ha visto y valorado por primera vez la zarzuela. Los críticos musicales y teatrales de los grandes diarios han prodigado, a la obra de Tamayo, las frases más encendidas y los mayores elogios. Los comentaristas estaban familiarizados con la ópera y con la comedia musical americana, pero no con la zarzuela. De ahí la sorpresa. Se escribieron centenares de conceptos espontáneos y sinceros, ajenos a cualquier manipulación o promoción publicitaria. Uno de ellos, por breve y expresivo, resume lo que este espectáculo sugirió a un crítico del Washington Post: “Es un espectáculo de arrebatadora grandeza y exquisitos detalles.”
CRONOLOGÍA DE LOS MONTAJES MUSICALES DE JOSÉ TAMAYO
LA CUARTA DE A. POLO.- Teatro Calderón de Barcelona (1952); LA VERBENA DE LA PALOMA.- La Corrala, Madrid (1954); AL SUR DEL PACÍFICO.- Teatro de La Zarzuela (1955); DOÑA FRANCISQUTIA.- Teatro de La Zarzuela (1956); LA REVOLTOSA.- La Corrala, Madrid (1956); MARÍA MANUELA.- Teatro de La Zarzuela (1957); PUENTE DE COPLAS.- Teatro de La Zarzuela (1957); AGUA, AZUCARILLOS Y AGUARDIENTE.- Festivales de España (1958); GIGANTES Y CABEZUDOS.- Festivales de España (1958); LAS GOLONDRINAS.- Teatro de La Zarzuela (1958); BOHEMIOS.- Festivales de España (1959); LA BODA DE LUIS ALONSO.- Festivales de España (1959); LUISA FERNANDA.- Festivales de España (1960); PAN Y TOROS.- Parque del Retiro, Madrid (1960); EL BARBERILLO DE LAVAPIÉS.- Festivales de España (1961); LOS GAVILANES.- Festivales de España (1961); EL TAMBOR DE GRANADEROS.- Festivales de España (1961); CARMEN.- Plaza Mayor de Madrid (1962); GRAN FESTIVAL DE LA ZARZUELA.- Festivales de España (1962); MARINA.- Festivales de España (1962); ALMA DE DIOS.- Festivales de España (1963); EL CASERÍO.- Teatro de La Zarzuela (1963); KISS ME, KATE.- Teatro Alcázar de Madrid (1963); MARUXA.- Teatro de La Zarzuela (1963); MOLINOS DE VIENTO.- Festivales de España (1963); LA VIUDA ALEGRE.- Teatro de La Zarzuela (1963); CARNAVAL EN VENECIA.- Festivales de España (1964); LA DOLORES.- Festivales de España (1964); KATIUSKA.- Festivales de España (1964); PEPITA JIMÉNEZ.- Festivales de España (1964); GIGANTES Y CABEZUDOS.- Festivales de España (1965); ANTOLOGÍA DE LA ZARZUELA.- Cascada del Parque de la Ciudadela de Barcelona (1966); LA BRUJA.- Festivales de España (1966); LA TABERNERA DEL PUERTO.- Festivales de España (1968); EL MURCIÉLAGO.- Parque del Retiro, Madrid (1968); ANTOLOGÍA SERRANO.- Teatro de La Zarzuela (1973); EL REY QUE RABIÓ.- Teatro de La Zarzuela (1975); ANTOLOGÍA DE LA ZARZUELA.- Plaza de Toros de Las Ventas, Madrid (1980); ANTOLOGÍA DE LA ZARZUELA.- Teatro Monumental de Madrid (1982); NUEVA ANTOLOGÍA DE LA ZARZUELA.- Teatro Nuevo Apolo de Madrid (1987); PAN Y TOROS (versión de Pablo Sorozábal y José M.ª Pemán).- Teatro Nuevo Apolo (1988); ANTOLOGÍA DE LA ZARZUELA 25 AÑOS.- Teatro Nuevo Apolo (1991); LOS MISERABLES.- Teatro Nuevo Apolo (1992).
La mayoría de estos montajes se repusieron en los Festivales de España entre los años 1958 y 1968.
En 1991 don Juan Carlos I le otorgó la Medalla de oro al Mérito de las Bellas Artes, por su eminente trayectoria artística y cultural.
En 1992 desarrolló una intensa actividad artística, dirigiendo la parte lírica de la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Barcelona, creando el espectáculo MADRID, MADRID para la Capital Europea de la Cultura, y organizando como creador y director la ANTOLOGÍA DE LA ZARZUELA ANDALUZA, estrenada en la Expo ’92 de Sevilla.
La noche del 30 de enero de 2003, cuando asistía a la inauguración del Nuevo Teatro Alcalá, José Tamayo sufrió una caída a la entrada del citado teatro, por la que tuvo que ser atendido en el lugar por los sanitarios. Desde entonces, su ya resentido estado de salud, fue a peor. Tras una repentina enfermedad respiratoria, complicada con una gripe, hubo que trasladarle al Hospital Madrid, donde falleció a las 10 de la mañana del 26 de marzo.