Fuente: MARÍO DÍAZ www.elmundo.es
Tres British, dos Masters, tres Mundiales Match-Play, cuatro Ryder Cup… Casi 50 victorias en el circuito europeo, nueve en el americano y otras 36 a lo largo y ancho del planeta. Ballesteros reunió la elegancia de Ben Hogan, la habilidad y fuerza de Sam Snead, la potencia y agresividad de Arnold Palmer, la tenacidad de Gary Player, la técnica de Jack Nicklaus y la frialdad de Tom Watson, todo lo necesario para confirmarse como el mejor de un época, el referente de un país en tiempos oscuros para el deporte profesional.
Un palmarés impresionante, de los mejores del golf, del deporte mundial, que muchos relegarán a algún rincón de su memoria para reservar el espacio necesario donde albergar sus golpes imborrables, monumentos construidos desde la versatilidad que le dieron sus inicios con un hierro tres recortado en la playa de Pedreña o en el campo de su ciudad natal en las noches de luna llena o la imaginación que su manos traducían en realidades. Aquel golpe en el hoyo 16 de Royal Lithman desde el parking en el British de 1988. O la madera tres que utilizó en un ‘bunker’ de calle a 200 metros de la bandera en su duelo ante Fuzzy Zoeller en el PGA National de Palm Beach en 1985. O su último ‘putt’ en el 18 de St. Andrews para conseguir su segundo British. O aquel otro en el Open del 76 que hizo rodar entre dos trampas de arena para ‘birdie’ en el último hoyo.
‘Seve juega golpes que los demás ni siquiera podemos imaginar’, dijo Ben Crenshawn en una ocasión. Y cuando el de Pedreña afrontaba el ocaso de su carrera a causa de las lesiones y las desgracias personales, Ballesteros dejó en el Open de Madrid de 2005, en el Club de Campo, un precioso golpe de rodillas que recordó a todos por qué Seve era el más grande. ‘En cada generación destaca un golfista que es un poco mejor que el resto. Ballesteros es uno de ellos; lo tiene todo: toque, poder, saber, coraje y carisma’. La frase es de Lee Trevino, en 1999, el día que Seve pasó a formar parte del Salón de la Fama de la PGA. La mejor definición del ‘Spanish Matador’.
Seve tenía el camino marcado. Su padre, miembro de una de las mejores tripulaciones de traineras de la época, era, a la vez, el cuidador del Real Golf de Pedreña. Tal vez, por influencia de su tío Ramón Sota -uno de los mejores golfistas europeos de la década de los 50-, la familia Ballesteros se vio involucrada irremediablemente en el golf. Junto a su padre, sus hermanos mayores, Baldomero, Manuel y Vicente, terminaron practicando e, incluso, llegaron a ser profesionales. Era inevitable, su destino pasaba por el profesionalismo. Y eso que los comienzos no se ajustaron a lo que hoy día se estila.
Con unas condiciones innatas, debutó como ‘caddy’ a los nueve años. Algo que, excepto en los torneos para él y sus compañeros de ‘trabajo’, no le reportó la posibilidad de jugar en el campo como él esperaba. Con 10 años firmó 51 golpes en nueve hoyos después de un 10 en el par tres del hoyo uno. Al año siguiente terminó segundo con 42. Con 12, ganó el torneo de 18 hoyos con 79 impactos. Con 13, ya realizaba vueltas de 65 golpes… “Creo que he sido un caso excepcional, pues me hice profesional sin la más mínima experiencia en competición; nunca tuve una carrera amateur”. Así reza su autobiografía. Así fue la realidad.
Después de contemplar a Gary Player en la inauguración de La Manga Club la decisión estaba tomada. El 22 de marzo de 1974, Seve se hizo profesional y comenzó una carrera meteórica, aún menor de edad. Los dos primeros años crearon una tendencia de opinión en la que se hablaba del cántabro como la nueva estrella del golf mundial. En 1976, se convirtió en realidad irrefutable. Conquistó la Orden de Mérito europea tras recuperar cuatro golpes en la última ronda del torneo Lancome al mismísimo Arnold Palmer, después de terminar segundo en el British empatado con Jack Nicklaus, después de…
Una trayectoria truncada 34 años después, en una escalera mecánica del aeropuerto de Madrid-Barajas. Un desvanecimiento. Otro más en un restaurante con su sobrino Iván pocas horas después. “Has de tener carácter y fuerza para sobreponerte si quieres triunfar, ya sea en el golf o en la vida”. Seve lo dijo, lo demostró en el campo y lo confirmó en la habitación del madrileño hospital de La Paz. Tras la primera operación, tras la segunda, tras la tercera… Lo hizo con quimioterapia, radioterapia, rehabilitación… En aquel vuelo de Avianca que se estrelló en Madrid y que nunca tomó burló al destino, aunque la muerte siempre tiene un ‘mulligan’.