Antonio López: Lavabo

1967. Óleo sobre lienzo. Colección Particular. New York. USA.

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Antonio López García (Tomelloso, Ciudad Real, 6 de enero de 1936); pintor y escultor español.

Nació meses antes del inicio de la Guerra Civil. El mayor de cuatro hermanos, sus padres eran labradores acomodados del importante nucleo manchego que era Tomelloso. Su temprana vocación por el dibujo, así como la influencia de su tío, el pintor Antonio López Torres, conformaron su decisión de dedicarse a la pintura.

En 1949 se trasladó a Madrid para preparar su ingreso en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, coincidiendo allí con diversos artistas, como Enrique Gran, Amalia Avia, y Lucio Muñoz, con los que conformó lo que se ha venido a llamar Escuela Madrileña. En la academia permaneció entre 1950 y 1955.

En 1955, y gracias a una beca, viajó a Italia, donde conoció de primera mano la pintura italiana del Renacimiento. Sufrió así una pequeña decepción al contemplar en vivo las obras maestras que sólo conocía por reproducciones, y que hasta ese momento veneraba. Comenzó a revalorizar la pintura clásica española, que tan bien conocía, gracias a las frecuentes visitas al Museo del Prado, especialmente Velázquez.

Tras terminar los estudios realizó sus primeras exposiciones individuales (1957, 1961) en Madrid, mientras trabaja tanto en esta ciudad como en la localidad que le vio nacer.

En 1961 se unió en matrimonio a la también pintora María Moreno, del que nacerían dos hijas: María en 1962 y Carmen en 1965. Desde este último año y hasta 1969 fue profesor encargado de la Cátedra de Preparatorio de Colorido en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando.

En 1985 se le concedió el Premio Príncipe de Asturias de las Artes.

En enero de 1993 fue nombrado miembro de número de la madrileña Real Academia de San Fernando.

En 1992 el director de cine Víctor Erice filmó El sol del membrillo en el que se recoge el proceso creativo del artista mientras pinta un membrillero del patio de su casa.
“Una obra nunca se acaba, sino que se llega al límite de las propias posibilidades”. Con estas palabras Antonio López resume su particular modo de acercamiento al objeto a pintar. Sus cuadros se desarrollan a lo largo varios años, décadas en ocasiones, con una plasmación lenta, meditada, destilando con cada pincelada la esencia del objeto o paisaje, hasta que el artista consigue plasmar la esencia del mismo en el lienzo.

El pintor busca entre la realidad que le rodea aquellos aspectos cotidianos, que el recoge con un tratamiento pleno de detallismo, rozando lo fotográfico. Sus preferencias van desde las vistas de Madrid hasta los retratos de sus familiares, pasando por los objetos más cotidianos y cercanos.

A lo largo de la mayor parte de su carrera artística, Antonio López ha desarrollado una obra independiente, en medio de un panorama artístico estructurado en base al informalismo y la abstracción. Tampoco parece tarea fácil vincular la obra de López con las tendencias realistas europeas más recientes, o con el hiperrealismo americano.
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