(José María Quijano Fernández-Hontoria; Corrales de Buelna, Santander, 1843 – 1911) Abogado y empresario español, fundador de Forjas de Buelna. Procedente de una familia con tradición en la abogacía, José María decidió estudiar la carrera de Derecho Civil y Canónico en la Universidad de Valladolid, de la que se licenció en 1866. Tras conseguir la licenciatura, se trasladó a Santander donde ejerció como abogado y como secretario de la Diputación. Sin embargo, tuvo que abandonar este trabajo porque la repentina muerte de su tío político Víctor Gómez de los Ríos le brindó la oportunidad de hacerse cargo del bufete de abogados que había abierto éste.
Debido a su traslado al bufete marchó, pues, a su lugar de origen, y allí volvió a contactar con familiares y amigos. Entre ellos se encontraba su tío Benigno Arce, que era ingeniero de minas. Durante la Exposición Universal celebrada en París en 1873, a la que asistieron Benigno y José María, les llamó la atención una máquina de fabricar clavos. A su regreso a España comenzaron a idear la fabricación del modelo visto en París aprovechando las instalaciones de un molino de la familia. Se estaban gestando los inicios de Forjas de Buelna.
Debido a la falta de experiencia empresarial de José María, los comienzos de la empresa no fueron fáciles. Tras un primer momento de inestabilidad, la financiación de Benigno Arce, el conde de Mansilla, la familia Pombo y Pedro Ruiz de Tagle (además del reclutamiento de diferentes profesionales acostumbrados a los negocios como es el caso de Domingo Salas, propietario de una herrería, que fue nombrado maestro y encargado), la empresa pudo hacer frente a las primeras necesidades de instalación y de adquisición de materias primas. La fábrica comenzó a funcionar el 14 de octubre de 1874, dedicada al principio exclusivamente al abastecimiento de las ferreterías de Santander.
Este tipo de mercado tan escaso fue la tónica general de la estrategia empresarial adoptada por Quijano durante todos estos años debido a que los intermediarios encarecían mucho el producto. Fiel a su idea de mantener una economía de escala, esto no le impidió la exportación de su producto a Lieja, Liverpool y Londres. La adquisición de nueva maquinaria permitió al empresario español aumentar la producción y el mercado, combinando la forja con la trefilería. En 1880 incorporó la energía eléctrica a sus fábricas.
Esa fue la primera etapa de la diversificación de mercado del negocio de Quijano, que continuó su expansión con la instalación de un tren de laminación el 1883 y siete años más tarde instaló dos hornos de calentar y recocer el alambre. El buen funcionamiento del negocio de Quijano se vio ensombrecido por la competencia con los Altos Hornos de Bilbao y la Vizcaya, que comenzaron a fabricar alambres. Como contramedida, con el siglo XX recién estrenado, Quijano decidió instalar sus propios hornos Siemens y levantó tres naves nuevas para la fabricación, ahora sí, a gran escala de puntas y tachuelas. Tras el fallecimiento del fundador, sus herederos lo convirtieron la empresa en Sociedad Anónima José María Quijano o Forjas de Buelna.
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