El nacimiento en 1930 de la cooperativa lechera SAM marcó un hito en la historia de la industria láctea española. Gracias a esta iniciativa y a la presencia de otra gran fábrica como Nestlé, Cantabria mantuvo durante décadas una incontestable hegemonía en la distribución de leche y derivados lácteos. La pujanza de aquel proyecto cooperativista y la visión de los hombres que la hicieron posible, entre los que destaca el entonces canónigo de la catedral de Santander, Lauro Fernández (Don Lauro), se describen en un libro de Pedro Casado sobre la historia de SAM.