El aljibe de Pronillo

El agua de Santander se capta en La Molina (Toranzo)

El aljibe de Pronillo, el gran depósito de agua del que se abastece Santander, con una capacidad de 16.000 metros cúbicos, es uno de los elementos arquitectónicos santanderinos desconocidos. En otras ciudades, como Estambul, visitar el antiguo aljibe es una atracción turística. El de Santander también se puede conocer y recorrer sus antiguas instalaciones, restauradas en el año 2007. El depósito de Pronillo y su museo fueron visitados el pasado año por 160 personas, con carácter particular o como parte de colegios, grupos o asociaciones.El gran aljibe de Pronillo es un interesante ejemplo de arquitectura de finales del siglo XIX. Inaugurado en 1884, está formado por dos cuencos de sección rectangular, de ladrillo, con cubierta de bóvedas soportadas por arcos del mismo material, sobre pilares de sillería. Es el más antiguo de los que posee Santander para su abastecimiento de agua, pero hay más. Entre ellos, los también centenarios de Mac Mahón y La Atalaya. Son dos depósitos idénticos construidos hacia 1910, de muros de pilares de mampostería y bóvedas de hormigón en origen, sustituidos hace pocos años por forjados reticulares planos. Ambos tienen una capacidad de 2.000 metros cúbicos, en dos cuencos simétricos.Pronillo no es sólo un aljibe. Acoge también la exposición ‘Historia sobre el Abastecimiento de Agua a la Ciudad de Santander’, maquetas, paneles y material audiovisual que narran el proceso completo desde la captación del agua en los ríos y montañas del interior de Cantabria hasta su distribución.El agua se capta en La Molina (Toranzo), se lleva a la estación de tratamiento de El Tojo (Camargo) a través de 25 kilómetros de conducciones y desde allí, por 9 kilómetros de tuberías hasta los depósitos del Paseo del General Dávila. Diariamente, en la estación de El Tojo se trata un volumen de 70.000 metros cúbicos de agua: 70 millones de litros.En la segunda mitad del siglo XIX, los habitantes de Santander se abastecían de agua de las fuentes públicas, con aguas escasa y de mala calidad. En 1874, Antonio de La Dehesa decide cambiar esta situación y consigue en 1884 la meta deseada: dotar a Santander de una abastecimiento de agua moderno, con caudal abundante y de calidad que llegase por tuberías hasta las viviendas y locales. Todas estas efemérides quedan reflejadas en la exposición de Pronillo con documentos gráficos de gran valor histórico.

Fuente: El Diario Montañés

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