¡Salve, reina del mar, Sidón ibera, Puerto de la Victoria apellidada Por el romano triunfador Augusto, Cuando del fuerte cántabro imponía El yugo a la cerviz! ¡Puerto sagrado Por las cabezas que en tu templo guardas! Crezca en gloria y poder el pueblo tuyo, Dilátense tus muelles opulentos Y traigan tus alígeros bajeles, En cambio al trigo que te da Castilla, De la tórrida caña el dulce jugo, O del café los vigilantes granos, O la hoja leve que en vapores sube Y como la esperanza se disipa. Carta a mis amigos de Santander Marcelino Menéndez y Pelayo