Testigo indiscreto de baños de sol y ola en la primera de El Sardinero, desde los 60 se situó en la cúspide del terraceo, y acompañó a su clientela en su larga historia de comidas, cafés, tertulias, copas, bodas, comuniones y bautizos… El Rhin, el de la playa, símbolo, sello, bandera de una época que no volverá…
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