La cristianización de Cantabria

La verdadera conversión de Cantabria al cristianismo no debió realizarse en su integridad hasta los comienzos del siglo VIII, con motivo de haberse refugiado en estas montañas las gentes huidas de distintas ciudades españolas y concretamente de Toledo, con motivo de la invasión árabe. Es entonces cuando el Ducado de Cantabria, poco después integrado en el Reino de Asturias, se convierte nuevamente en el foco de insurrección y cuna de la Reconquista. Con la huida a los montes debieron llegar a la futura diócesis las reliquias más insignes que hoy en día se conservan, tales como el Lignum Crucis, de Liébana: el cuerpo de Santa Juliana, en Santillana, y las reliquias de los Santos Emeterio y Celedonio de la actual catedral de Santander, procedentes de Calahorra

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