Desde su fundación, a fines del s. XIII, hasta su demolición a principios del siglo pasado, ocupó el Monasterio de Santa Clara de Santander un privilegiado lugar
dentro de la fisonomía de la ciudad.
Recogidas en un primitivo lugar donde se asentarían a su llegada, pasaron
las monjas hacia el año 1323 al solar que les fuera donado por María de Guitarte,
viuda de Gonzalo García de Santander, destacado capitán de la marina con los reyes castellanos
Alfonso X y Sancho IV .
Amós de Escalante reitera el dato suministrado por Gonzaga, de que esta
dama, huérfana de esposo e hijos y ricamente heredada, gastó su hacienda en
construir el convento dentro de sus muros, arrimado a su ángulo noroeste, entre
las puertas de la sierra y la que se llamaría por la vecindad, de Santa Clara.
Sobre el primitivo convento se harían reformas en los siglos posteriores, principalmente
en el XVI y XVII. Pero a consecuencia de la desamortización, las
monjas abandonaron el monasterio, que se adaptará en 1838 como sede del
Instituto Cántabro de Enseñanza Media. Declarado en ruinas en 1908, será
derribado, construyéndose sobre sus cimientos el actual Instituto inaugurado en 1916