Por la vaguada, desde Cuatro Caminos hasta Numancia, conocida en lo .antiguo por “Camino de Becedo” se comenzaron el año 1833 los trabajos para dotar a la ciudad de
una Alameda de setecientos veinticinco metros de longitud a partir del final de los históricos tinglados construidos en 1752. Se previó, paralela a esta Alameda, una calzada lo suficientemente ancha para procurar el comienzo del camino real a Castilla, cuyo mojón inicial, o sea, el “O” se hincó frente al comienzo de la calle “Vargas”, vía ésta que precisamente alcanzó el homenaje de tal nombre al iniciarse los trabajos de la Alameda por la acción de los liberales sobre los carlistas. El Ayuntamiento adquirió unos terrenos propiedad del Cabildo catedral y en las obras fueron empleados los brazos de los prisioneros de la hueste de Ibarrola. Angel de la. Pozas, contratista de obras nacido en la Montaña, inició allí sus empresas que habrían de hacerle famoso.
Como dato curioso se inscribe que el precio de los terrenos fue de una onza el carro de tierra, medida de la Montaña. Para el verano de 1834. se paseaban ya por el amplio salón, las gentes que dieron en llamarle “Alameda Larga” y años después “Alameda Segunda” como es conocida incluso actualmente.
Se consideraba sitio muy alejado de la ciudad.Tomó municipalmente el nombre de “Oviedo” el 5 de noviembre de 1909, con motivo de unos actos de confraternización entre ovetenses y santanderinos. Conservó su primera traza, con ligeras modificaciones hasta muy recientemente, cuando en 1946 el Ayuntamiento segregó, a todo lo largo de la parte sur, un.a faja ele terreno para la prolongación ele la calle “Vargas”, que hasta entonces estaba “taponada” por las tapias de los talleres de fundición de Roviralta.
Con esta obra, se completaban las previsiones del proyecto de 1833.
De “Santander en la historia de sus calles”, de J. Simón Cabarga