Cerró plaza un astado bajo y bien hecho, armónico, al que Aguado, que lo recibió con una larga cambiada, volvió a torear con elegante despaciosidad a la verónica. Galleó por chicuelinas y repitió a la verónica en el quite. Mucho gusto en todo. El prólogo de la faena fue una delicia. Se lo sacó al tercio con trincherillas de cartel, a cámara lenta. Volvió a ralentizar las embestidas del ‘Garcigrande’, que quiso más que pudo siempre, en las dos series posteriores. Muy despacio y manejando con mucha suavidad las telas. Aroma caro, por la pureza de los muletazos, muy relajado, con desmayo, alguno de ellos. Lástima de la falta de poder del toro, que coartaba más de la cuenta la ligazón y la transmisión con el tendido. El final, a pies juntos, citando de frente, con sedosos naturales. De uno en uno.
ISMAEL DEL PRADO, mundotoro.com
Foto:Arjona