El taller de escultura de Liendo

 

El taller montañés de Liendo fue uno de los más activos en la escultura y retablística regional montañesa y vasca del siglo XVII, en su segunda mitad. Sus miembros heredaron el naturalismo de Gregorio Fernández y lo divulgaron casi en exclusiva por Cantabria, Vizcaya y Álava, compitiendo con otro taller bastante activo y poblado, el de Forua-Vizcaya. Los de Liendo, un poco más jóvenes casi todos, fueron quienes, mejor que los vascos, entregaron el clasicismo en las estructuras y el naturalismo expresivo en las tallas a una concepción más evolucionada, el barroco genuino o castizo de corte churrigueresco.

Uno de los más destacados miembros del taller de Liendo debió de ser Francisco Martínez de Arce, inscrito en una familia de artistas, al que se conoce desde los primeros años sesenta del siglo XVII trabajando en el palacio de Horcasitas en La Quintana-Arcentales- Vizcaya (1664), trazando retablos, redactando condiciones y ensamblando para conventos e iglesias (conventos de San Agustín y Santa Susana de Durango, 1663 y 1665, respectivamente, y de Laredo y Santander, 1665 y 1666, respectivamente, Gatica, 1669, retablo mayor de San Severino Valmaseda, 1676, Bachicabo, 1677, La Antigua de Orduña, 1676, Respaldiza, 1679, colaterales del Amor Hermoso y el Socorro, Romaña-Trucíos, 1680, varios retablos del convento de Sandamendi de Gordejuela, 1685, sillería de las monjas de Valmaseda, 1687, retablo de Zuaza, 1689, retablo de la Vera Cruz de Valmaseda, 1691, retablo mayor de Ampuero, 1691, retablo mayor de Linares-Arcentales, 1695, etc.), siendo, de momento, su última obra datada la del retablo mayor de Zaldu (1699), una de las más rudas y menos afortunada de todas. Casi siempre se trata de remates de obras basados en sus propias trazas y condiciones, y su evolución va desde las columnas “hondeadas” de Laredo y de San Agustín de Durango (estas últimas según las condiciones, pues la obra ha desaparecido) a la salomónica emparrada del desaparecido convento de Santander (1666), colaterales de Trucíos (1680), de los tres retablos de la cabecera de Santa Clara de Valmaseda (1688) o mayor de Ampuero (1691), pero pasando por la emparrada compacta de Bachicabo (1667) y otros. En los retablos de las monjas de Valmaseda la escultura es de Francisco de la Edesa (Limpias) y Martín del Hoyo (Isla); en otros (Trucíos) de Felipe Pico y Pedro de la Piedra, etc.; aunque dominó la cantería y la talla de bultos y relieves, Martínez de Arce debió de dedicarse más al ensamblaje que a lo demás.

Su papel de introductor o divulgador de la columna salomónica en el territorio y la consiguiente decoración naturalista (vegetación carnosa) es lo que más hay que destacar. En resumidas cuentas, aparte de por su muy amplia actividad, a veces ruda, destaca por ser uno de los principales introductores del churriguerismo en Cantabria y País Vasco.

Obras de ~: Retablo mayor del convento de franciscanos, Laredo (Cantabria), 1665; Retablo mayor, Bachicabo (Álava), 1667; Retablo mayor, Respaldiza (Álava), 1679; Retablos colaterales del Amor Hermoso y del Socorro de San Pedro de Romaña, Trucíos (Vizcaya), 1680; Retablos en el convento de Sandamendi, Gordejuela (Vizcaya), 1685; Sillería del coro del convento de Santa Clara, Valmaseda (Vizcaya), 1687; Retablo mayor y dos colaterales de Santa Clara, Valmaseda (Vizcaya), 1688; Retablo mayor, Zuaza (Álava), 1689; Retablo mayor, Ampuero (Cantabria), 1691; Retablo mayor de San Miguel de Linares, Arcentales (Vizcaya), 1695; Retablo mayor, Zaldu (Vizcaya), 1699.

Bibl.: M.ª D. del Monte Fernández, “Iglesia de Santa Clara. Valmaseda”, en VV. AA., Monumentos de Vizcaya, t. IV, Bilbao, Diputación Foral de Vizcaya, 1987, págs. 9-10; J. J. Vélez Chaurri, El retablo barroco en los límites de las provincias de Álava, Burgos y La Rioja (1600-1780), Vitoria, Diputación Foral de Álava, 1990, págs. 358-359; J. J. Polo Sánchez, Arte barroco en Cantabria. Retablos e imaginería, Santander, Universidad de Cantabria, 1991, págs. 54-56, 106-107, 112-115 y 119-120; J. Zorrozua Santisteban, El retablo barroco en Bizkaia, Bilbao, Diputación Foral de Vizcaya, 1998, págs. 260- 264; M.ª D. del Monte Fernández, “Actividad de Francisco Martínez de Arce en Durango”, en Ondare. Eusko Ikaskuntza (San Sebastián), 19 (2000), págs. 553-560.

José Ángel Barrio Loza / http://dbe.rah.es

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