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Nació Quevedo de familia hidalga y montañesa. Su padre fue Pedro Gómez de Quevedo, natural de Bejoris en el Valle de Toranzo en la provincia de Cantabria en donde vivía con sus hermanos Juan y Mari Sáenz, hijos todos, de Pedro Gómez de Quevedo el viejo, también de Bejoris, y de Maria Sáenz de Villegas, natural de Villasevil, en el mismo Valle de Toranzo donde igualmente los Villegas tenían sus antiguos y nobles solares. Su madre fue María de Santibáñez, natural de Madrid pero oriunda, como el padre, de la Montaña ya que era hija de Juan Gómez de Santibáñez Ceballos, natural de San Vicente de Toranzo.
Fue su padre, secretario de la Reina Ana de Austria, cuarta esposa de Felipe II, pasando después a Escribano de Cámara de los Reyes en donde conoció a Maria de Santibáñez que por entonces era asistenta de Cámara de la Reina y contrajeron matrimonio en la primavera de 1576.
Nació Francisco de Quevedo en Madrid el miércoles 14 de Septiembre de 1580, día de las llagas de San Francisco, por ello su nombre, según confesión hecha a su amigo Sancho de Sandoval y bautizado en la iglesia de San Gines en la calle del Arenal, el 26 de Septiembre del mismo año. Tuvo Quevedo 5 hermanos: Pedro, que fue bautizado el 11 de Febrero de 1577, siguió después María bautizada el 22 de Enero de 1578 y muerta a los pocos meses, el tercer vástago fue nuestro genial escritor a quien siguió Felipa, bautizada igualmente en San Ginés el 10 de Enero de 1583 y que profesó en el convento de las Carmelitas Descalzas de Madrid en 1598 con el nombre de sor Felipa de Jesús, siguió Margarita nacida en 1585, casada con Juan de Alderete, caballerizo de Su Majestad y, por ultimo, María, hija póstuma nacida a principios de 1586 y muerta, a los pocos años de edad, el 16 de Abril de 1605. Muere su padre Pedro Gómez de Quevedo a principios de Diciembre de 1586, volviendo su madre Maria Santibáñez a Palacio donde fue admitida en la servidumbre de la Infanta Doña Isabel Clara Eugenia.
Inició sus estudios en el Colegio Imperial de la Compañía de Jesús, en lo que hoy es el Instituto de San Isidro de Madrid, donde se educó casi toda la nobleza, y donde había ingresado su hermano Pedro tres años antes.Falleciendo este en 1593 o 1594, heredó Don Francisco de Quevedo el Mayorazgo, varios censos y parte de un privilegio concedido por Felipe II el 7 de Enero de 1590 a favor de sus hermanos y en poder de su hermano Pedro.
Permaneció Quevedo en el Colegio Imperial cuatro cursos en los que estudió Gramática, Retórica y Humanidades y donde leyó a Cicerón, Séneca, a quien nombraría muchas veces como “Mi Séneca”, Cesar, Virgilio, Horacio, etc. y donde tradujo a Isócrates, Esopo, Aristófanes o Demóstenes.
Después de sus estudios en los Padres Jesuítas de la ciudad de Ocaña, entre los años 1594 y 1595, se traslada a la Universidad de Alcalá donde se inscribe el 20 de Octubre de 1596 en la Facultad de Artes y Filosofía y estudia Dialéctica, Física, Lógica, Filosofía etc., hasta Junio de 1600 en que recibe el grado de Bachiller. El 20 de Noviembre de 1600 se matricula en Teología y el 31 de Diciembre obtiene la Licenciatura de Artes y Filosofía.
No debió terminar el curso en Alcalá pues no se tiene constancia suya en los libros de la Universidad. Profundizó en este tiempo en el estudio de las lenguas clásicas, además de árabe, hebreo, francés e italiano e incluso en la siríaca y caldea y rimaba en castellano y portugués.
Se traslada en 1601 a Valladolid donde el Duque de Lerma llevo la corte continuando sus estudios de Teología en la Universidad pinciana. Por estas fechas fallece su madre y en 1602 se le ve en Valladolid reiniciando sus estudios de Teología y es entonces cuando hace su primera salida al mundo de las letras, sería en el campo de la poesía en las Flores de poetas ilustres de España recogido en la antología generacional de Pedro de Espinosa en 1603.
Tras tres años de estancia en Valladolid su fama como poeta le lleva a mantener correspondencia con los hombres más sabios de España. Su voto era temido en la provisión de cátedras. Conoce a Pablo Rubens, Miguel de Cervantes y sostiene su primer rifirrafe con Luis de Góngora, antagonismo que no lo fue solo en materia personal sino de entendimiento del arte, erigiéndose Luis de Góngora en caudillo del culteranismo y Francisco de Quevedo en caudillo del Conceptismo, e inicia correspondencia con el sabio humanista Justo Lípsio con ocasión de la publicación por parte de éste de su obra De Vesta et Vestalibus Syntagma y quien llegó a decir de Quevedo que era la “gloria excelsa de los españoles”.
En el año 1602 y con motivo de la celebración de la canonización de San Raimundo se presenta al Certamen al mejor soneto en portugués premiado con “tres varas de raso negro rico”. Durante el año 1603, Quevedo se entregó a una intensa labor literaria, producto de la cual fueron su soneto alabando a Lope de Vega, sus poesías contra Góngora, mas de veinte composiciones recogidas por Pedro de Espinosa y Miguel de Madrigal. Aprobó su segundo año teológico y se matriculó en tercero.
Siguió su tarea poética durante el año siguiente y de él data un soneto a San Esteban, elegido como ejemplo de figura de retórica por el maestro Bartolomé Ximenez Patón en su Elocuencia Española en Arte (Toledo 1604).
Moría el 16 de Abril de 1605 su hermana Maria de Santibáñez. La rapidez de su muerte impidió a Quevedo asistir a la inhumación del cadáver. La joven había redactado testamento el día 8, dejando por herederos a Don Francisco y a su hermana Doña Margarita.
En Octubre de 1605, Quevedo, tras haber aprobado su tercer curso teológico, se matriculó en cuarto año y seguían aumentando sus poesías, además de las mencionadas anteriormente, compuso otra infinidad de ellas entre las cuales figuran las recogidas, posteriormente, en 1611, por Don Juan Antonio Calderón para la segunda parte de las Flores de poetas ilustres de España, otras dadas a conocer en El Parnaso Español (1648) y otras en Las tres musas ultimas castellanas (1670).
El 24 de Enero de 1606 se publican los acuerdos para trasladar la Corte nuevamente a Madrid señalándose el primer Consejo Real en la citada Villa el 6 de Abril de dicho año. Y es entonces cuando Quevedo termina hacia el Otoño el primero de sus Sueños, o sea, El Sueño del Juicio Final y que dedicó al Conde de Lemos, don Pedro Fernández de Castro, alternando esto con algunos rasgos, en prosa y verso, del genero festivo como las Epístolas del Caballero de la Tenaza.