Hasta mediados del siglo XX, existió la curiosa costumbre de que todos los cortejos funerarios, en su camino al cementerio de Ciriego, hicieran una parada en la plaza de Numancia. Como figuraba en las esquelas, Numancia era «el lugar donde se despedía el duelo». Esto hizo que popularmente a la plaza se la conociera popularmente como «el sitio de costumbre».
Fuente: Escenas de Santander
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