Joan Miró

Joan Miró ( Barcelona 1893 – Palma de Mallorca 1983),comienza sus estudios sobre pintura en la Escuela de la Bellas Artes de la Lonja (1907), en la Escuela de Arte Francesc Galí (1912) y en el Círculo de San Lucas. Tras realizar su primera muestra individual en las Galerías Dalmau (1918) de tinte fauvista y cubista, marcha a París en 1919. Allí conoce a Tzara y Max Jacob y asiste a eventos dadaístas. En 1921 se estrena como pintor en París, exponiendo en solitario en la Galerie La Licorne. Al año siguiente, ingresa en el “Grupo de la rue Blomet” junto a André Masson, Artaud y otros. Más tarde, durante un viaje a Montroig, comienza a pintar unas obras que se alejan de su primera etapa donde los elementos se reducen a signos en un ambiente real e imaginario. De este periodo destacan obras como La masía (1923), La tierra arada (1923), El cazador (1923-24).En 1925 se introduce en el mundo surrealista parisino, interviene en sus actos y exhibe obras con ellos. Tres años más tarde, viaja a los Países Bajos de cuya estancia recuerda en Interiores holandeses al mismo tiempo que es nombrado por Dalí, Gasch y Montanyà en su Manifest Groc.En los primeros años de la década de los 30, sufre una grave crisis creativa que le lleva a abandonar la pintura por el dibujo y el collage, comenzando la serie de las llamadas “construcciones” realizadas en tres dimensiones. En 1937 participa con sus obras en el pabellón de la República Española en la Exposición Universal de París.En los años cuarenta, Miró vuelve a España como consecuencia de la invasión nacionalsocialista en Francia, instalándose en Palma de Mallorca. Allí continúa la serie ya iniciada en Verangeville, Las Constelaciones, en donde consigue huir de la realidad y encontrar la libertad en las combinaciones que le sugieren el cielo y las estrellas. A mediados de esta década y hasta bien entrada la otra, inicia una fuerte relación con el ceramista catalán Lloréns Artigas, de cuyo trabajo en común saldrán obras tan conocidas como el Mural del Sol y la Luna para la sede de la UNESCO en París. Pero no será hasta los años 60 cuando la cerámica ocupe todo su tiempo; afición que será suplantada por la escultura a finales de los 60 y comienzos de los 70.

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