El nuevo órgano de la Catedral de Santander

El viejo órgano de la Catedral de Santander, construido en 1953, ha dejado paso a un nuevo instrumento, que dobla el número de registros, y abre un ambicioso y singular proyecto musical

El motor del órgano de la Catedral de Santander produce al minuto 62 metros cúbicos de aire, lo que equivale a 12.000 personas soplando al mismo tiempo. Esa es la potencia que requiere el gigantesco imperio de tubos de estaño y cinc que corona el coro de la iglesia santanderina.

En la actualidad, hay instalados 4.000 tubos, el doble de los que disponía el anterior órgano. Aquel se construyó tras el incendio que asoló Santander en 1941 y su sonido ha dejado paso este año a registros más rotundos. Estaba dañado, oxidado, perdía aire, y desde la Catedral se lanzaron a restaurarlo y ampliarlo. El resultado lo describe el segundo organista del templo, Norbert Itrich, como «impresionante». El músico polaco lleva siete años vinculado a la catedral de Santander y, según promete, el sonido puede ser aún más impactante. El proyecto que Itrich tiene para el céntrico templo es mucho más ambicioso: el órgano se toca con manos y pies. Precisamente, eso será lo que necesite Norbert para llevar a cabo el plan de construir tres órganos en el interior de la Catedral. Este proyecto, que equipararía al templo santanderino con referentes europeos en Alemania u Holanda, está a la espera de financiación para abordar su segunda fase. La primera está a punto de cerrarse.

Actualmente, el órgano -denominado de San Emeterio y San Celedonio y que funciona en las misas de domingo y los conciertos de coros- está al 60 por ciento de su construcción. «El anterior tenía 30 registros, ahora sonarán 60 sonidos diferentes con cinco teclados», de los cuales 15 nunca antes se habían escuchado en la ciudad. Hace ahora un año se desmontó el antiguo instrumento, y el actual, aún sin terminar, ya hace retumbar las piedras de la Catedral.

Gracias al apoyo del Deán, Itrich pudo poner en marcha su proyecto, que plantea la construcción de dos órganos más: el del Coro Pequeño, que estaría ubicado a la derecha del altar sin tapar las pinturas de la pared, y el órgano de la Capilla del Santísimo que estará construido, en parte, con material histórico. Es decir, recuperado de piezas de finales del siglo XVIII. «Sonarán los tres como un único instrumento», explica Norbert Itrich con emoción. Suya fue la idea de elevar la Catedral de Santander a la categoría de «paraíso de la música». Según comenta, este proyecto pretende ponerse al nivel de la «altísima» tradición musical que hay en la capital cántabra.

Así, el diseño del proyecto responde a tres ideas. Por una parte, al concepto teológico: «El órgano de San Emeterio y San Celedonio sería el Padre, el de la Capilla del Santísimo el Hijo, y el del Coro Pequeño, el del Espíritu Santo», dice Itrich, que subraya además un argumento litúrgico en su iniciativa. «En las festividades sonaría el órgano grande, en Cuaresma el de la Capilla, y el pequeño para el Adviento».

Teclado móvil

El objetivo no es sólo hacer sonar únicamente los órganos al tiempo o por separado; el proyecto que persigue Itrich se basa en «conseguir acompañamientos de altísima calidad para actuaciones de coros, cuartetos o grandes agrupaciones instrumentales». Además, su plan tiene otra particularidad: bajar al organista a la nave central, «junto al público».

«Siempre se dice qué bien suena el órgano pero nunca se dice qué bien toca el organista», lamenta con algo de sarcasmo. «Por eso he bajado al músico, para que el público pueda verle tocar, que aprecie los teclados y vea de cerca cómo surge la música». Para hacerlo ha construido una consola de madera con ruedas, una estructura móvil en la que puede tocar sentado, «unida sólo por un cable al órgano». «La ausencia de la figura del Santísimo en la Catedral (está en la Iglesia del Cristo) me permite mover el teclado y tocar de espaldas incluso al altar, mirando al público», afirma Itrich. Él mismo ha construido la estructura de madera y metacrilato. Al igual que el sistema musical y el montaje de electrónica aunque, como recalca una y otra vez, «aún no está acabado».

Maestro europeo

En la torre de la Catedral ha instalado su taller, donde trabaja con su sobrino Mateo Michalsky y el maestro alemán Michael Reinninghaus, uno de los maestros organistas más prestigiosos de Europa. «Es capaz de soplar los tubos y saber si hay que afinarlos con unos auriculares puestos en los oídos escuchando música rock», cuenta Itrich, que comparte horas de trabajo con él para «hacer lo máximo que podamos, con el menor presupuesto posible». Ésa es la batalla campal que libra Itrich todos los días.

Su talento y el de su equipo retumba a diario en las paredes de la Catedral, pero no así el presupuesto para terminar lo que comenzó hace un año. El actual órgano está al 60 por ciento de su construcción, y los otros dos órganos sólo son dibujos. Para sacarlo adelante Norbert está haciendo literalmente de todo: ha sacado a la venta botellas de vino blanco, ha programado actuaciones para conseguir fondos, ha ido puerta con puerta pidiendo subvenciones… «Con poco de muchos podemos conseguir mucho para todos», dice sin dudar en pedir más apoyos para sacar adelante un proyecto musical de tal envergadura que sólo «templos como los de Colonia o Pisa» tienen. «Mi sueño es darle a los tres órganos un uso concertístico con una gran orquesta», dice Itrich mirando hacia lo alto de la Catedral. Luego pone los pies en la tierra y retoma su argumento: «La Fundación Botín y el Gobierno regional nos están ayudando, y sin el empuje del Deán de la Catedral, Francisco Sánchez, sería imposible, pero necesitamos más apoyo para poder terminar lo que hemos empezado».

Mientras esperan para sacar adelante el proyecto, también trabajan cuidando lo que ya han conseguido. «El mejor mantenimiento del órgano es tocarlo», explica. «El aire pasa por dentro de los tubos y así el polvo no se queda pegado a su interior». No obstante, una vez al año hay que hacerle una revisión y afinarlo, examinar «la lengüetería» -una membrana interna que se desajusta por el calor de las vibraciones-. Los tubos pueden carecer de ésta porque «son como flautas, pero también requieren ajustes». Todos ellos están fabricados a mano, «son de un 70 por ciento de estaño y un 30 de cinc», la mayor cantidad de estaño le proporciona más belleza a su sonido y a su estética. En el órgano hay tubos que van desde un centímetro hasta los diez metros de altura, su anchura es de siete metros y medio y dos su profundidad.

Programa

Tras la celebración este verano del Festival Internacional de Música de Órgano de Cantabria (Fimoc) -con la colaboración de la Escolanía de la Catedral de Santander- la música volverá al templo de la capital cántabra el próximo día 29 con un concierto solidario a favor de su construcción. En él participará el coro Santa María de Solvay que este año cumple su 40 aniversario. Asimismo, el 12 de noviembre hay programado un recital y una conferencia bajo el título ‘El órgano y su sonido’. Ambas propuestas se desarrollarán a partir de las 20.45 horas.

Además, el ciclo ‘Tardes Musicales en la Catedral’ arrancará el próximo 27 de noviembre con un concierto de dos músicos alemanes: Stefan Kissling (órgano) y Oliver Lakota (trompeta). El día 4 de diciembre la propuesta unirá el sonido del órgano a un cuarteto de cuerda. Le seguirá un concierto, el día 11 del mismo mes, de la Escolanía de la S. I. C. Basílica de Santander bajo la dirección de Manuel Galán. Por último, la organista eslovaca Monica Melcova será la encargada de clausurar este ciclo el día 18 de diciembre.
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