Pedro Cossío y Celis

 

Carmona 1640-Celis 1710

Fue abogado, sacerdote y párroco de Celis en 1663.Antes lo había sido de la localidad de Montuenga en Ávila. Manuel de Assas en su Crónica de la Provincia de Santander (1867), cuando cita la “Historia, en dedicatoria…” de Cossío y Celis, le denomina “Visitador general del arzobispado de Burgos, vicario del Valle de Cabuérniga y su partido y cura de Celis” (o.c. p. 8). Hacia 1670 se retira a la ermita de Las Lindes en Carmona posiblemente para preparar los tres volúmenes de su segunda obra Historial para todos. Siendo párroco de Celis, encarga en 1684 a los artistas Francisco Díaz de Iglesia y Juan Gómez Rubín, ambos de Casar de Periedo, el dorado de la iglesia de San Pedro.

Su obra principal es Historia, en dedicatoria, grandeza y elogios de la muy valerosa provincia, xamás vencida Cantabria, publicada en 1668, anterior en casi un siglo a la conocida obra del padre Flórez titulada “La Cantabria”, aunque sin el valor histórico de ésta. De hecho, su aceptación entre los eruditos de la historia antigua es muy
discutible, igual que otras obras coetáneas como la del P. Sota, aparecida unos años más tarde. En la Historia se afirma, por ejemplo, que el primer rey de Cantabria y de Asturias fue Astur, hijo de Osiris de Egipto. También le llamaron lupiter Tresmigistro.
La sucesión de reyes que presenta a partir de Astur es la siguiente: Rhamadanto su hijo, Naraco hermano de Rhamadanto, Astur II, Salario, Oca, Cantabro, Astur III, Herdo y Astur IV. En total 10 reyes de Cantabria. Luego vienen los duques: Lupo I, Lucio Lupo su hijo, Audilo, Macrino, Nestor, Zenón I, Karalio, Zenón II, Lupo II, Ceferino, Lupo III,
Astruardo, Lupo IV, Ethonico, Lupo V, Zenón tercero, Lupo VI, Zelio, Leonçio, Argoto, Velindo, Lupo VII, Amadio, Antenio, Zenón IV, Elloçio, Palanto, Lupo VIII, Andeca y Eudón. También es autor de Historial para todos, en 1676, una antología de lugares comunes de la Biblia para confeccionar sermones. Se compone de treinta y dos discursos sobre diversos temas donde se relacionan las especies animales y las cualidades morales con la intención de enseñar la doctrina cristiana. Es una obra variada y amena en la que destacan las vidas de los santos, escogidas entre lo más novelesco e inverosímil de la hagiografía, así como de historias de animales. En ella prevalece el tono didáctico ante
los alardes literarios y retóricos que contiene, aunque carece de base teológica y de sentido crítico. Por sus elucubraciones pseudo históricas ha sido duramente criticado, y Menéndez Pelayo lo incluye entre los autores “poco recomendables”.

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