Allí fue enviado para encontrarse con nosotros en esta ciudad un tal mister Donnes, comerciante inglés, y un Alguacil de Corte que puso su mayor empeño en proporcionarnos mulas. Después continuó con nosotros dos días, habiendo oído que mi lord Vaughan había arribado a Soredo (Laredo ), se fueron para allá y continuaron con él hasta el sábado por la noche, en cuyo tiempo (percibiendo que no tenían mulas) procuramos trasladarnos allí en mulas de carga, sin sillas de montar, ante lo que resolvimos partir el lunes; no obstante, el domingo a última hora llegaron allí sesenta mulas de montar, lo que mudó nuestra decisión.
Estuve hospedado en casa de uno de los principales de la villa, su nombre era don Andrea de Pueblo (Andrés de la Puebla). El me agasajó durante mi estancia allí, y cada día todavía me regalaba con una cosa u otra. Fue maravillosamente cortés, e insistió mucho en que volviera a tomar su casa a mi regreso. Cuando me despedí, dio orden de que no quedara nada mío en su casa, y vino él mismo a darme una buena mula. Soy un poco largo
en esta relación para que veáis por qué se alteró tanto a nuestra vuelta, con haber estado sólo dos días ausente.