El misterio ha rodeado la simbólica figura del hombre fusilado que pintó Goya, identificado como el cantero Martín de Ruzcavado
Los rostros de los patriotas madrileños, con gesto de dolor, impotencia y pavor frente al pelotón de ejecución, fueron inmortalizados por Francisco de Goya en una de sus obras más afamadas, ‘Los fusilamientos del 2 y el 3 de mayo de 1808’, vinculados a la proyección universal del Museo del Prado. Entre ellos, la figura del hombre de camisa blanca que alza los brazos y recibe la luz central de la composición pictórica ha pasado a ser uno de los símbolos no sólo del lenguaje plástico que precipita el arte moderno, sino del horror, la confusión y la herida de todas las guerras. Rodeado de misterio, el retrato de ese héroe anónimo como la mayor parte de los que interesó de verdad al pintor aragonés, ha sido objeto de numerosas especulaciones. Investigaciones diversas le identificaron en la presente década como Martín de Ruzcavado, un cantero cuyo origen se ha situado en Cantabria.
La iconografía de la Guerra de la Independencia rebosa héroes anónimos -aunque ninguno tan universal como ésta-, que conforman ese imaginario colectivo fruto de la historia cruzada con la literatura y el arte. Estos días de conmemoración en los que el bicentenario de la contienda es una marejada de libros con títulos vinculados al hecho histórico y su significado, se suceden las ediciones de crónicas de la época, las memorias de campañas militares o directamente la recreación de testimonios.
En el óleo 3 de mayo de 1808 en Madrid o Los Fusilamientos de la Montaña Príncipe Pío, que Goya realiza en 1814, terminada la guerra de la Independencia, ante el pelotón de ejecución de soldados franceses se muestran los patriotas ejecutados en diferentes actitudes ante la muerte. El caso del ciudadano que alza los brazos increpando a sus ejecutores es una de las referencias que ha estado rodeada de aire enigmático para investigadores y curiosos de la historia. La identidad del hombre que acapara la atención del lienzo inmortal de Goya se desveló hace apenas cinco años cuando el catedrático Juan Manuel Sánchez Ríos apuntó que el varón moreno, de cabello ensortijado, iluminado en el centro de la composición pictórica, era Martín de Ruzcavado, cuyo nombre figura entre los 43 inscritos en el muro de la cripta del camposanto madrileño de La Florida. De manos grandes, los investigadores han coincidido en reconocer en esta figura a un cantero de profesión, de unos 35 años. En un principio, su origen se ha situado en los Pirineos, en una zona ligada a a Lleida. Otras investigaciones y teorías refieren que el hombre retratado por Goya, uno de los patriotas que se significó en las calles de la contienda, era un cantero de origen cántabro. Pistas y testimonios que afloran a través de notas y referencias documentales surgidas ya durante la celebración del primer centenario de la guerra.
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