Poderosa fue en lo antiguo la casa de Quevedo, que disfrutaba mayorazgos en distintos lugares de la Montaña, entre otros, en el valle de Iguña, poseído en tiempo de Felipe II por Lope de Quevedo Castañeda. La tradición afirma que los Quevedo contribuyeron grandemente á impedir la entrada do los árabes en el valle de Toranzo, como recuerda la enfática letra que sirve de mote al escudo do sus armas:
Yo soy aquel que vedó
El que los moros no entrasen,
Y que do aquí se tornasen
Porque así lo mandé yo.
Y estos ilustres antecedentes, unidos á su positiva fuerza, daban tal pujanza á la casa de Quevedo, que no temió entrar en cuestiones, y aun levantó bandos contra la nobilísima de Castañeda, una de las más poderosas del reino y de gran nombradía en valle de Toranzo, muchas veces ensangrentado por el ánimo turbulento de sus poseedores; contiendas que no terminaron con los Quevedos hasta el reinado de D. Pedro el Justiciero; habiéndose sucedido entre los valles y la casa de Castañeda, que aspiró siempre al carácter de señorío feudal, aun en tiempos más modernos