El Faro de Santander se presenta así: «El paraje es solitario y peñascoso, su aspecto es agreste y las olas del mar que con estrépito vienen a estrellarse en la roca que asienta la torre, completan el efecto imponente de aquel escarpado sitio»
. Para más tarde añadir que «en las noches tormentosas, una considerable cantidad de aves de todos los géneros, lanzadas de sus albergues por el tiempo, van atraídas por aquella claridad a estrellarse contra los gruesísimos cristales del enorme farol»