Vimos el Colegio y la Iglesia de los Jesuitas, el cual (tal como parece) se ha levantado recientemente, habiendo sido construido hace doce meses; es un buen edificio de mármol tosco que ha costado veinte mil libras.
Nos mostraron todas sus reliquias e ídolos, entre los que se encontraba “Garmat y su Strause” (?). Se turbaron mucho porque no nos arrodillamos,pero en otras casas (de religión) nos dieron libertad para hacer lo que nos
placiera. Los Jesuitas nos depararon algunas afrentas de las que preferimos no darnos por enterados; nosotros les encontramos a ellos y su regla tan desagradables para los lugareños como para nosotros mismos, y si hubiéramos salido con alguna protesta, es cierto que nos hubiesen hecho alguna maldad. En toda una semana que estuvimos allí no vi ningún entierro, bautizo ni boda, aún siendo semana Santa, ni tampoco siquiera un fuego, una
mujer preñada, ni un borracho.