Los poco más de 700 vecinos del la Villa de Santander (los casi 3.000 habitantes), se llenaron de asombro, aquel señalado jueves 17 de abril de 1659, -tal como nos relata el cronista del Reino, Rodrigo Méndez Silva-; cuando uno tras otro 25 galeones y naves de gran porte, fueron abocando la bahía del puerto santanderino. Se trataba de la Flota de Indias que había salido a últimos de febrero de La Habana, y traían a la metrópoli en su viaje de vuelta más
de 20 millones de pesos de plata (unos 670 millones de maravedises), además de un abundante género de productos de ultramar y el patrimonio de herencias y legados indianos de las colonias hispanas de centro y sudamérica.Tal Flota de galeones vino al mando del experto general-almirante donostiarra Juan de Echéberri,marqués de Villarrubia; y hubo de arribar y echar anclas en el abra de San Emeterio a causa del bloqueo de los puertos del sur y del Atlántico a la que entonces estaba sometida España por parte de las potencias europeas.