En las plantas bajas de las casas del muelle había antiguos cafés: El Áncora, el Suizo, donde había reuniones de comerciantes y militares y se jugaba desafortunadamente al chamelo y metían un gran ruido con las fichas,
como si quisieran romper el mármol de las mesas. En estos cafés parecía prohibida la entrada a las señoras, pues no se veía más que, como cosa exótica, alguna extranjera o forastera…
José Gutiérrez Solana: La España negra – Santander. 1920.