En octubre del año 1660, el canónigo suizo Pellegrino Zuyer se dirigió a las Montañas Bajas de Burgos y emprendió un viaje que le llevó a recorrer la franja del litoral cantábrico desde la ría del Nervión hasta San Vicente de la Barquera, regresando a la Meseta por Los Tojos y Reinosa. Su visita al agreste norte concluyó el 5 de diciembre y sirvió al religioso para elaborar un minucioso informe destinado a juzgar la oportunidad de erigir un obispado en la zona examinada.
El ‘Itinerario’ de Zuyer, un texto de 34 folios escritos en italiano, incluye un plano de las Montañas Bajas del arzobispado de Burgos, un plano de Santander y otro de su colegiata. En la carta de la villa se da cuenta de las fortificaciones situadas extramuros: el castillo de San Martín, en el alto homónimo; los castillos de Hano y de la Cerda, en la península de la Magdalena; y la plaza de San Pedro del Mar, junto a la playa de la Maruca, en Monte. Desaparecidos los castillos y las estructuras que los sustituyeron en los siglos XVIII y XIX, han resistido al paso del tiempo las últimas modificaciones que conociera la batería de San Pedro del Mar.