Los marinos cántabros, punta de lanza de la Marina de Castilla

 

 

La nobleza y la nueva burguesía naciente luchan para imponerse la una a la otra; al carácter áspero de los nobles territoriales opone, el hombre de la marina con nobleza heredada, sus derechos de comerciante libre a quien los reyes mismos necesitan y halagan y legislan ampliamente en su favor, dando lugar al «Acta de Navegación de la Marina de Castilla».
Los montañeses podían enorgullecerse, entonces, de un antecedente histórico notable: la participación del nauta Roy García de Santander en la conquista de Cartagena de Murcia, hecho de armas confiado por el rey San Fernando a su primogénito Alfonso. Con Roy de Santander comienza la expansión de la marina montañesa por los mares del
sur, y, como dice Ballesteros-Beretta, «existía, pues, un marino experimentado, que supone a su vez la existencia de una flota».
La intervención montañesa en la gesta andaluza es principio del reconocimiento de la pericia de estos nautas, de su combatividad, de sus extraordinarias dotes prácticas o científicas en el arte de la navegación
y en la organización militar de la marina. Castilla, en realidad, podía contar en lo sucesivo con las flotas cantábricas y con el esfuerzo de los montañeses en la empresa de coronar la reconquista y, por tanto, para unidad española, pues ya había dicho el rey Alfonso que estimaba mas a propósito para regir las naos a los nacidos en Cantabria» y tanto que se suceden pluralmente nombres almirantes en los siglos XIII y XIV, mo Pedro Lasso de la Vega, «almirante de las naos o del Océano»; Pero y Nuño Díaz de Castañeda; Diego Gutiérrez de Ceballos; Alfonso Ortiz Calderón; Diego Hurtado de Mendoza, señor de la Casa de la Vega; Pero Niño, conde de Buelna…

De Santander, Sidón Ibera

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