Rafael “El Gallo” solía decir “a mi no me levanta los pies del suelo más que un toro, y eso si me pilla distraído”.
No fue fiel a sus palabras y, el 16 de julio de 1916, vio Santander desde las alturas en una avioneta pilotada por el afamado aviador Pombo. En pleno vuelo le preguntaron al maestro qué sentía en las alturas a lo que “El Gallo” respondió: “pues la verdad es que por aquí se respira a gusto, sobre todo viendo lo lejos que están los toros”.