En la primera mitad del siglo XIX Santander experimentó una crisis económica fruto de la Emancipación, las guerras coloniales, la Guerra de Independencia y las pestes, pero rápidamente se recuperó experimentando un proceso de expansión debido a su paulatina transformación de villa pesquera a ciudad comercial. Aunque en un principio el desarrollo se produjo en el interior de las murallas –vestigio de la época medieval–, empezaron a surgir indicios de actividad económica fuera de ellas, lo que finalmente llevó a proceder a su derribo para facilitar el crecimiento urbano. El progreso continuó durante las primeras décadas del siglo XIX por lo que se hizo necesario, después de la Guerra de Independencia, instaurar una guardia municipal que se llamó la “Ronda de Capa” para que velara por el orden público y la seguridad ciudadana inicialmente formada por 16 hombres, licenciados del ejército que posteriormente fueron aumentando, a los que también acabarían ayudando los serenos a quienes se les dotó de armas y poderes para detener a cualquier sospechoso.