A esta parte, pues, por donde vamos, parte alta y meridional de la villa, llamaban puebla vieja, separada de la puebla nueva o baja por un barranco donde entraba el mar, y cuyas márgenes servían de astillero y atarazanas. Uníalas un puente, donde en trances de discordia vinieron más de una vez a encontrarse y pelearon ambas pueblas. Porque la villa, aunque arrimada al bando de los Giles, tenía dentro de sí inagotable origen de división y guerra en la rivalidad y ambiciones de linajes opuestos, codiciosos de gobernarla y dominar a sus contrarios. Hijos de un mismo apellido se disputaban perpetuamente la preeminencia y posesión de los cargos concejiles, y para rendir en su pro el oscilante fiel de las elecciones populares, empleaban tanto la violencia de las armas como en tiempos más cultos los sutiles enredos de la astucia.
Amós de Escalante, Costas y Montañas