En 1787, Francisco Antonio Del Campo, que luego sería conde de Campo Giro, con 27 años de edad, abre una fábrica de cerveza, en la que habrían de invertirse 2.147.133 reales, en el barrio de Cañadío bajo la dirección del maestro cervecero Thomas Webb de Bristol. En el proyecto inicial se calcula una producción de cien mil botellas al año, fundamentalmente para la exportación. Pero en los “Diarios” de Gaspar M. de Jovellanos, leemos que se trabajan doscientas mil botellas de cerveza doble y sencilla. El incremento de la demanda lleva a Del Campo a instalar otra fábrica en su finca de Campo Giro. Ésta es descrita por Jovellanos, haciendo mención de la fábrica, a la que califica como magnífica, que incorpora “dos grandes almacenes de fermentación, y tina, horno, caldera, enfriaderos, graneros para la cebada, piezas dobles de oreo, cuarto de ladrillos horadados para tostarla, tahona y demás”. Señala también Jovellanos que el lúpulo es traído de Inglaterra, ya que es de muy superior calidad al que nace silvestre en los montes aledaños.
El aumento de la producción, debido con seguridad a la orden restrictiva de las importaciones, propicia que Del Campo instale en 1791 una segunda fábrica no sólo de cerveza, también de sidra y de botellas. Se convierte luego en armador con lo que cubre además el sector del transporte a América. Tal es el éxito empresarial de Del Campo que su fábrica obtiene en 1790 el título de Real Fábrica “en atencion al esmero y dispendios con que ha logrado perfeccionarla , como lo acredita el aprecio con que la buscan y consumen los que usan dicha bebida en estos Reynos y ios de América, á donde se conducen grandes porciones de ella” según un artículo del periódico Mercurio de España de septiembre de 1790.
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