Calles de Santander:Ataúlfo Argenta,un mito de la dirección de orquesta

 

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De entre todos los directores musicales españoles que lograron cierto renombre internacional durante el siglo pasado, es opinión casi generalizada entre críticos y musicólogos, que el de mayor nivel artístico fue Ataúlfo Argenta, nacido en la bella poblacion marinera de Castro Urdiales (Cantabria)  el 19 de noviembre de 1913.

Puede casi asegurarse que entre el público español es también el más conocido. Y lo es por haber dirigido más de treinta grabaciones discográficas de zarzuela, entre 1952 y 1958, las cuales registraron un índice de ventas extraordinario, al coincidir su edición con la aparición del tocadiscos doméstico. De la mayoría de estas grabaciones se realizaron varias reediciones en la época del disco de vinilo, así como tras la aparición del disco compacto.

Sin embargo, salvo en sus comienzos como director de orquesta, tras abandonar su labor de concertista de piano, apenas dirigió zarzuela en los escenarios. Lo suyo fue el repertorio sinfónico de todas las épocas, y de forma esporádica alguna incursión en la ópera.

Dirigió una serie de grabaciones discográficas  del repertorio clásico muy amplia, con orquestas tanto españolas como de otros países de Europa. Todas ellas fueron reeditadas en disco compacto en ocasión del centenario de su nacimiento. En muchas de estas grabaciones dio protagonismo a la música de autores españoles, así como a intérpretes solistas nacionales.

A nivel internacional está considerado por muchos como el mejor director que ha dado España durante los primeros sesenta años del siglo veinte. Por otros como uno de los mejores.

Su formación en Alemania, gracias a las cualidades que en él adivinaron algunos de los músicos germanos de mayor prestigio, quienes lo adoptaron bajo su tutela y enseñanzas, resultó fundamental.

En marzo último salió a la luz una nueva biografía de Argenta, que viene a cubrir un hueco importante, pues por vez primera se dan pelos y señales con los nombres propios de los “culpables” de su encarcelamiento durante la guerra española y de las zancadillas que recibió posteriormente en su propio país, por quienes intentaron negarle la direccion de la Orquesta Nacional. Queda claro en este episodio la serie de envidias y de favoritismos que ejercían quienes medraban en la Comisaría Nacional de Música. Igualmente sale a la luz, sin cortapisas ni falsedades, la verdadera causa de su temprana muerte, en enero de 1958, a la edad de 44 años. Hecho destacable, sin lugar a dudas, pues hasta ahora nadie se había atrevido a decir la verdad de lo ocurrido. Ha sido esta la, digamos, noticia más reflejada en los diferentes medios de comunicación que se hicieron eco en su día. No así en la reseña de la revista Ópera Actual (1) de este mes de julio, la cual se centra únicamente en los aspectos de la carrera musical de Argenta, sin entrar en detalles personales de su azarosa vida privada.

La autora de esta biografía autorizada por la familia del director cántabro, Ana Arámbarri (2) dedica un amplio capítulo a desenmarañar las conspiraciones tramadas contra Argenta, desde quienes mandaban en la Comisaría Nacional de la Música, y los obstáculos que le pusieron para que no pudiera acceder a dirigir la Orquesta Nacional de España, creada en 1941.

Según Arámbarri los compositores Joaquín Rodrigo, Federico Sopeña, en menor medida Joaquín Turina, y alguno más, todos adeptos al régimen franquista (por ello ocupaban cargos de importancia en el comisariado) intentaron por todos los medios impedir que Argenta ocupase primero la plaza de subdirector de la Nacional, pues dada la avanzada edad del titular, Bartolomé Pérez Casas, si accedía a ella ocuparía la dirección muy pronto. Como así fue.

La causa principal radicó en que Argenta estaba considerado como izquierdista, en base a sus actividades musicales durante los años previos al inicio de la guerra, aún cuando él nunca se identificó politicamente. Consideración que le valió incluso reclusión penal en Segovia durante 5 meses. En concreto del 14 de mayo  al 13 de octubre de 1938.  Cuando fue detenido estaba con el bando nacional en el frente de la Sierra de Madrid, destinado en la Unidad de Transmisiones. Además colaboraba con Radio Segovia, siendo acusado de espionaje. En realidad sus únicas comunicaciones al margen del ejército las mantenía con su esposa, Juanita Pallarés.

La denuncia de dos exprofesores del conservatorio de música madrileño, que habían sido expulsados al inicio de la guerra por su simpatía con el falangismo, fue suficiente para procesarlo. Según estos, en su escrito de denuncia firmaron “saber de oídas las simpatías izquierdistas de Argenta” aunque no le conocían personalmente.

Una vida de película

Su hijo Fernando (3) lo comentó en más de una ocasión en sus programas radiofónicos y en sus conferencias musicales. La vida de su padre podría dar origen a un películón, dadas las dificultades que tuvo que sortear, primero durante la guerra española, y una vez instalado en Alemania, con la segunda guerra mundial. Salvó obstáculos  de todo tipo. Conflictos de la guerra en España. Bombardeos en Alemania. Un precario estado de salud que le tuvo al borde de la muerte en más de una ocasión. Incertidumbre profesional en todo momento, desde que decidió dedicarse a la música. Penuria económica agobiante. Envidias y vejaciones de muchos de sus colegas que querían evitar a toda costa su progresión. Y cuando  ya, sobreponiéndose a toda dificultad,  había triunfado convirtiéndose en uno de los directores de orquesta más solicitados en toda Europa, con las puertas abiertas para viajar a Estados Unidos, falleció de la forma más absurda.

Ana Arámbarri ha tenido acceso al epistolario, denso,  que conserva la familia de Argenta, lo cual ha sido fundamental para dejar claras muchas situaciones y hechos que hasta ahora resultaban algo borrosos. Sobre todo gracias a las correspondencia que el matrimonio intercambió, desde antes de la guerra hasta sus últimos días, la cual se conserva casi íntegra.

La publicación se sigue con interés, dada la serie de acontecimientos que se fueron sucediendo, desde la llegada a Madrid del músico, primero dispuesto a triunfar como pianista, y su derivación a la dirección, lo que le llevó a instalarse en Alemania.

Escalofriante resulta el relato de cuando tuvo que huir hacia París. Era la noche del 26 de noviembre de 1943. Frankfurt estaba sometida a un bombardeo constante, a pesar de lo cual dirigió un concierto, a cuyo término marcharía de inmediato a la estación para tomar el tren. Allí le esperarían su esposa, embarazada,  con sus dos hijas menores, ambas de 4 años. Pero debido a la gravedad de la situación por los bombardeos, el tren una vez abarrotado y sin poder admitir mas viajeros, salió antes de lo previsto. El ataque de la aviación aliada fue tan severo que en 15 minutos cayeron sobre Frankfurt 247 bombas cilíndricas y 150.000 bombas incendiarias, lanzadas por 350 aviones.

Ana Arámbarri relata el episodio así:

“Cuando llegó a la estación Ataúlfo no encontró a los suyos. El tren ya había salido. Se quedó en el andén, desolado, sin saber cuándo iban a reunirse.

Juanita llegó a París con dos hijas, embarazada y sin dinero. No tenía nada, ni siquiera podían alimentarse. Descendió del tren y, desolada, se sentó en un banco de la estación. Pasaron la noche allí y su único alimento fue café y leche que los soldados ofrecían.

Al amanecer, ocho horas mas tarde, se produjo el milagro. Un hombre alto, demacrado y con ojeras descendía del tren procedente de FrankfurtAtaulfo Argenta vestía todavía el frac del concierto.”

Más que la lectura lo que personalmente me produjo verdadero horror fue la narración de este mismo asunto por Fernando Argenta, en la conferencia que pronunció en Petrer, el de 26 de febrero de 2005, con motivo de los actos conmemorativos del primer centenario de la Sociedad Unión Musical de Petrer. Conferencia que tuve el honor de presentar.

Y es que con solo recordar lo visto en muchas películas y documentales de la segunda guerra mundial, con las estaciones abarrotadas por miles de personas desamparadas, sin rumbo ni medios, resulta escalofriante, y milagroso como dice Arámbarri, que Argenta encontrase a su familia con tanta prontitud.

Un mes antes, el 22 de octubre, ya habían sufrido las consecuencias del bombardeo más terrible que sufrió Alemania, del que salieron indemnes, por fortuna. Fue en Kassel, cerca de donde residían. El objetivo principal era la fábrica de armas existente a las afueras de la ciudad, la cual fue arrasada, así como buena parte de las construcciones civiles. Aquella tarde se contabilizaron 10.000 muertos y más de 11.000 heridos atendidos por los servicios sanitarios. Como buena parte de la población la familia Argenta se cobijó en los refugios antiaéreos, portando dos maletas con lo más indispensable.  Con la ciudad en llamas y el desconcierto general, cuando cesaron las bombas Ataúlfo volvió a su casa, pues se había dejado todas sus partituras (un tesoro para él).  Aquello era un montón de piedras difuminado por la densidad del humo. No las pudo recuperar.

Este suceso fue determinante para decidir regresar a Madrid tan pronto acabasen los conciertos que tenía programados, no aceptando ninguno más.

Tras el episodio Frankfurt-París,  el 6 de diciembre llegaron, por fin a casa.

Y una vez en España comenzó una nueva serie de dificultades, cuando decidió dejar el piano y afianzarse como director.

Tal decisión le vino aconsejada por los médicos, estando en Alemania. El daño que sufría en el pulmón derecho, desde sus problemas de salud contraídos durante la guerra española, le causaban dificultades para interpretar ante el piano obras de larga duración.

Una muerte accidentada

El hecho que le condujo a la muerte ha sido hasta ahora el más silenciado.  Se ha sabido desde el primer momento que ocurrió en su casa de la sierra madrileña, a consecuencia de los gases tóxicos emitidos por su coche, en el garaje. Lo que nunca se publicó es que junto a él estaba una alumna suya de piano, que es quien contó a Ana Arámbarri la verdad de lo sucedido. Lo hizo con pelos y señales. Así lo explica en el libro:

Domingo 19 de enero de 1958:

Tengo dos buenas alegrías que darte…La otra, es este telegrama que acabo de recibir . Voy a grabar las cuatro sinfonías de Brahms con la Sinfónica de Viena...

Con estas palabras se despidió Ataúlfo del Marqués de Bolarque (5). Ataúlfo pasó la tarde descansando en casa. Reponiendo fuerzas tras su último concierto en el Teatro Monumental, donde había recibido una de las ovaciones más grandes de su vida. Tres mil personas aplaudiendo…

Aquella tarde, tranquila y relajada, Argenta y Juanita escucharon  la que fue su última grabación de zarzuela: La revoltosa, de la que ya había grabado una primera versión seis años antes. ” Quiero que la oigas Juanita. ¡Es la segunda grabación y es magnífica! ”

Lunes 20 de enero de 1958:

9,30 h: Ataúlfo despidió a Juanita en el aeropuerto. Se marchaba a Suiza acompañada de Ana Mari (su hija mayor) para una cirugia de columna…

Sobre las 8,30 de la tarde llegó a casa de Argenta el periodista Eugenio Mediano Flores, del diario Pueblo, quien le estaba realizando una entrevista por partes. Hora y media antes Ataúlfo había comenzado a ensayar al piano con su alumna Sylvie Mercier. Cuando Mediano se despidió hasta el día siguiente, “El maestro respondió: No, mañana no puedo, me vas a perdonar. Voy a salir ahora mismo para Los Molinos porque tengo que vigilar las obras que están haciendo en el hotel. Seguimos el miércoles por la tarde”.

Argenta Sylvie Mercier marcharon a pasar la noche, y todo el día siguiente, en el hotelito de Los Molinos. Llegaron sobre las 11 de la noche. Estaba nevando, y en la vivienda hacía un frío de espanto. Encendieron la chimenea  y mientras la estancia se calentaba se acomodaron en el garaje, dentro del coche con su calefacción en marcha. Cuando quedaron dormidos por el sopor sucedió la tragedia. Alrededor de las 2 de la madrugada Argenta dejó de existir. La delicadeza de sus pulmones y las emanaciones de monóxido de carbono fueron definitivas. La pianista pudo sobreponerse.

A la mañana siguiente llegaron los albañiles, y aunque no entraban a la vivienda por estar construyendo una piscina en el exterior, escucharon primero la bocina del coche varias veces y una vez ante la puerta del garaje los  gritos endebles de socorro de Sylvie Mercier.

Tenía que ser así, porque no resulta muy comprensible que con la nevada que estaba cayendo aquella noche, y las posibilidades de que las carreteras quedaran cortadas pudieran, primero, llegar a Los Molinos, y segundo, regresar a Madrid si la nevada no cesaba. Lo más razonable hubiera sido volver a casa.

Dentro  de la desgracia puede decirse que la pianista estuvo afortunada. Los albañiles llegaron gracias a que la nevada densa de la noche anterior había cesado.

Todo se vino al traste. Juanita regresó a Madrid de inmediato, y desconocemos si volvió a Zurich para su intervención quirúrgica, pues la situación económica de la familia quedó en precario. Tanto que durante algún tiempo vivieron de las ayudas de familiares y amigos, toda vez que el gobierno español le denegó la pensión de viudedad que le correspondía por ser su marido director de la Orquesta Nacional, con la que estuvo ensayando la misma tarde del suceso.

Le quedaban, eso sí, los derechos de las grabaciones discográficas que había dirigido Argenta. Mayormente los de zarzuela, que precisamente comenzaron a venderse muy bien poco después, gracias a la época dorada del  tocadiscos.  Pero tenía 5 hijos que alimentar y sostener.

La serie de instancias y recursos que Juanita presentó al Ministerio de Educación y Ciencia fue interminable hasta que, por fín, en mayo de 1971 se le reconocieron sus derechos. No se dice en el libro si fue con carácter retroactivo, pero parece ser que no.

No les faltó el apoyo del Marqués de Bolarque, gran amigo de la familia, ni el de la Orquesta de la Suisse Romande de Zurich (5), formación para la cual Argenta se postulaba como su futuro director. Esta agrupación suiza interpretó varios conciertos benéficos y apadrinó la educación de Fernando Argenta en las condiciones que su madre dispusiera.

De haber ocurrido este episodio en la época actual, la difusión de la noticia, hurgando muchos medios hasta lo mas profundo, hubiera sido estratosférica. Sin embargo, los hechos se silenciaron. En la versión oficial nada se dijo de que Argenta estaba acompañado de una amante, y han transcurrido casi 60 años hasta  conocerse la verdad.

Aún así siempre se supo que el maestro estaba con una joven, pues los albañiles que vivieron los acontecimientos tuvieron información de primera mano, aunque la Guardia Civil no les dejó acceder al garaje. La noticia corrió como la pólvora en el pequeño pueblo de Los Molinos.

Sylvie Mercier estuvo detenida durante 8 días, hasta que la policía tuvo del todo claro cómo ocurrió el suceso.

Resulta cuanto menos curioso que las hijas del maestro hayan autorizado la publicación de toda la verdad. Cierto es que Ana Arámbarri mantuvo una muy buena relación con Juanita Pallarés, de ahí su acceso a las cartas. Queda claro en la biografía que la viuda estaba más o menos al corriente de las aventuras amorosas extraconyugales de su marido, y que las consentía. Quizá lo veía como algo muy normal en un personaje que iba alcanzando una popularidad enorme y contaba con muchas admiradoras y miles de admiradores.

Durante muchos años se sospechó que quien estuvo con Argenta en Los Molinos, la noche fatídica, pudo ser una componente del Coro Cantores de Madrid, con quien él grababa las zarzuelas, o una de las cantantes. Sin embargo, con el testimonio personal de la alumna de piano, la cosa ha quedado bien clara.

Epílogo

No me resisto a omitir el epílogo, donde Ana Arámbarri resume, con maestría, en pocas líneas, lo que significó la desaparición de Argenta para la música española. Dice Así:

“Ataulfo Argenta falleció a los 44 años. Su muerte supuso una pérdida incalculable para la Orquesta Nacional, de la que tardaría años en recuperarse. La música quedó interrumpida. A pesar de la fanfarronería del ministro, que se creía capaz de “fabricar otro Argenta”, la realidad se manifestó bien alejada. No fueron capaces de encontrar otro sustituto. Desbordados por la situación, se tomó la decisión de dejar vacante el puesto de director titular y se mantuvo la programación oficial recurriendo a directores invitados. Transcurrieron tres años sin poder dar solución a la desaparición de Argenta.

La música española perdió a su embajador. Fue un gran artista que demostró su amor a su país de la mejor forma que podía: catapultando la música española a las más altas esferas internacionales.

Su desaparición, probablemente, fue un alivio  para algunos.

Resultaba molesto por su independencia y su capacidad.

Durante toda su vida fue víctima de la falta de aprecio de ciertas personas de su propio país, sólo movidas por los celos, la traición y la envidia“.

Pero él estaba por encima. Porque su vida era la música.

(1*): Opera actual

Revista de actualidad de ópera en lengua española, que se ocupa igualmente de la zarzuela.

Fundada en 1991 por el crítico e historiador Roger Alier, presidente de su Comité de Honor.

Dirigida por Fernando Sans Rivière se publica en formato de papel y en digital, con periocidad mensual.

(2*): Ataúlfo Argenta. Música Interrumpida, es el primer libro publicado de Ana Arámbarri. Ediciones Galaxia Gutenberg S.L.Barcelona. Primera edicion: marzo 2017.

Ana Arámbarri tras haber trabajado en el gabinete de prensa de varios ministerios, destaca actualmente como diseñadora de joyería moderna, entre otras actividades en el mundo empresarial.

(3*): Fernando Argenta

Único varón de los cinco hijos habidos del matrimonio Argenta-Pallarés.

Logró gran popularidad como realizador y presentador del programa Clásicos Populares, de Radio Nacional de España, junto a Araceli González Campa, durante 32 años.

Ideó, dirigió y presentó, asimismo, en Televisión Española el programa infantil de música clásica “El conciertazo“, de 2000 a 2008.  Dado el éxito del mismo, fue solicitado por toda la geografía hispana para presentar “Conciertos en familia“, interpretados por orquestas sinfónicas y bandas de música.

En nuestro Valle del Vinalopó estuvo presentando su “Concierto en familia” con las bandas de la Unión Musical de Petrer y La Artística de Monóvar.

Por ambos programas recibió un buen número de distinciones.

Nacido el 4 de julio de 1945 murió el 3 de diciembre de 2013, víctima de un cáncer de páncreas,

(4*): Marqués de Bolarque. Madrid 1899-1979.

Luis de Urquijo y Landecho, segundo Marqués de Bolarque, fue un enamorado ferviente de la música española. En su condición de musicólogo prestó su apoyo incondicional a Ataúlfo Argenta, para el que creó la Orquesta de Cámara Madrid, bastión de la serie de grabaciones de zarzuela por él dirigidas.

Antes de iniciar la serie en 1952, promovió un festival de zarzuelas madrileñas con esta formación orquestal, Argenta en la dirección y cantantes de primera fila, tales como Manuel Ausensi, Ana María Iriarte, Pilar Lorengar… Este festival germinó en el proyecto de la firma discográfica Columbia a partir del cual inició la grabación de un número de zarzuelas superior a 50 títulos.

(5*): Orquesta de la Suisse Romande. Creada en 1918.

La orquesta principal y más internacional de Suiza, con sede en GinebraArgenta la dirigió en calidad de invitado con cierta asiduidad.

Sobre la calidad de esta formación nos puede dar una idea el hecho de haber grabado mas de 300 discos con el sello británico DECCA. Una de las discográficas de mayor prestigio dentro del apartado de la música clásica y la ópera.

(6*): Joaquín Rodrigo. Sagunto 22-11-1901-Madrid 6-7-1999. Compositor que alcanzó celebridad a nivel internacional por su Concierto de Aranjuez, estrenado el 9 de noviembre de 1940 en el Palau de la Música Catalana.

Federico Sopeña. Valladolid 25-1-1917-Madrid 22-9-1991. Musicólogo.

Joaquín Turina. Sevilla 9-12-1882-Madrid 14-1-1949. Compositor autor de la Sinfonía Sevillana.

(7): Bartolomé Pérez Casas. Lorca 24-1-1873-Madrid 15-1-1956. Director musical y compositor.

 

Elías Bernabé Pérez
Acerca del autor

Mis recuerdos más remotos que me atrajeron a la zarzuela me trasladan a sesenta años atrás. Primero escuchando los fragmentos que sonaban con frecuencia en la radio. También gracias a las fantasías, preludios e intermedios que interpretaban las bandas de música en los conciertos de las fiestas de octubre de Petrer. El templete donde actuaban estaba justo ante la fachada de mi casa.

Lo que más me gustaba de la Semana Santa es que en la radio solo se emitía música clásica. El viernes y sábado santo las emisoras enmudecían.

Lo más intenso vino en la época dorada del tocadiscos. Lo compró mi abuelo materno en 1963. La primera zarzuela que entró en casa fue Doña Francisquita con Kraus y Olaria. Es una grabación incompleta, pero suficiente para que me la aprendiese de memoria. Mi abuelo estaba impedido y era yo quien la ponía todos los mediodías y noches durante dos semanas consecutivas. A los quince días compramos un segundo disco: La generala, de nuevo con Kraus y Olaria. Y ya fuimos alternando. Después vino Maruxa. Y yo con solo 13 años me entusiasmé con ella y también la aprendí. Sí, digo bien. ¡A mis 13 años ya me encantaba Maruxa!

Ahí comenzó todo y ya no he parado. Siempre como aficionado.

Como le dice un padre a su hijo al final del documental de TVE sobre zarzuela La romanza de Madrid, de 1988, “Te acompañarán toda tu vida, porque son inmortales”.

 

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