Tiene un gran templo, llamado de los Cuerpos Santos; es de primorosa estructura, y tan notable como digno de veneración por su santidad. Dicen que en el lugar donde está edificada la iglesia quedaron fijos e inmóviles dos cuerpos de mártires, aquí prodigiosamente venidos. Refieren que muy lejos de este país, dos santos varones se opusieron con increíble y singular constancia a los enemigos de la fe católica, y, martirizados al cabo, y arrojados sus cadáveres al Duero, llevóles su corriente, tras largo rodeo, a este puerto por sobrenatural decreto, y le eligieron por perpetua morada suya. Sobresalen por su piedad y su saber los canónigos de esta iglesia. Su forma es redonda.
Dentro hay un hospicio del Spiritu Santo, donde se recibe y trata con la mayor caridad a cierto número de pobres. Ha ido
aumentándose el templo con diversas capillas, adornadas muchas de ellas con las sepulturas de algunos varones nobles.
En medio del edificio hay un amenísimo jardín, fragante siempre, con el gratísimo perfume de sus floridos árboles. Mirando al mar se encuentra un castillo antiquísimo, que domina, no sólo la ciudad, sino todo el puerto, pues desde él se descubre cuanto aparece en la bahía.