En 1794 estaba declarada la guerra entre Francia y España.Ante la amenaza
de un desembarco,fue destinado a Santander el mariscal Pignatelli,quien
trazó el plan de defensa, iniciado en Liencres,con la intención de evitar un desembarco en dicha playa, dibujando una línea que pasaba por Pronillo y llegaba a la península de La Magdalena.Un camino de casi cuatro kilómetros y
medio por el que podían “transportarse con facilidad los convoyes y cañones hasta los fuertes que iban jalonando esta línea defensiva”.Al mismo tiempo,Pignatelli “dispuso otros dos caminos auxiliares y también de importancia militar: el paseo Menéndez Pelayo y la Cuesta de la Atalaya,desde la puerta de Santa Clara hasta el Alta”.
Una vez pasada la amenaza y firmada la paz,“la ciudad supo aprovechar
las circunstanciales y racionales comunicaciones abiertas por Pignatelli y transformó dos de ellas -el Paseo del Alta y Menéndez Pelayo, anteriormente denominado de la Concepción- en sendos paseos residenciales”,en los que comenzaron a residir familias burguesas nacidas de los florecientes negocios del siglo XIX. Según explica Cabarga,las personas que paseaban por esta avenida entonces o que gozaban de propiedades,
fueron muy afortunadas. “era el paseo preferido de las gentes pacíficas,gozadoras pausadamente del privilegiado mirador desde el que se abarcaban dos paisajes siempre sugerentes:el de la bahía y la población envuelta en neblinas de plata, y el del horizonte inabarcable del mar cambiante, transparente los días calmos y sorprendente en sus raptos de furia.Todo el paseo estaba guardado por doble fila de altos y dulcemente rumorosos chopos”
Gonzalo Antón / Gente en Santander