San Martín y Santander

Este nombre es el del barrio que desde muy antiguo estaba constituido por .algunas casas de labor diseminadas
entre viñedos, prados y huertas, en su mayoría quiñones de los pescadores.

No fue nada raro el que sobre ruinas romanas se levantaran santuarios cristianos durante la Alta Edad Media; sin ir más lejos ahí está en el entorno de la misma bahía de Santander la abadía de San Emeterio y San Celedonio, actual
catedral, construida sobre los restos de la acrópolis del Puerto de la Victoria fundado por los hombres de Augusto,
la iglesia románica de San Juan de Maliaño, alzada sobre las ruinas de otra importante villa marítima romana o la ermita de Santa Lucía en el istmo de la Península de la Magdalena, también sobre vestigios romanos.

Desde comienzos del siglo XIV se conservan testimonios escritos que confirman la existencia de la ermita de San Martín. El primero es de 1321 y se refiere a ella como un santuario con anterioridad, al que estaban vinculadas tierras y árboles en estimable cantidad. De otra información que se había efectuado bastantes años antes, actualmente
perdida, se desprenden noticias altamente significativas.
Ente ellas, la afirmación de que los antiguos moradores del solar de San Martín habían acondicionado, en el
Sardinero, una heredad para el más cómodo beneficio de las ballenas que se pescaban en la mar alta; en consecuencia, tenían reconocido el derecho a quedarse con las cabezas y los corazones de los cetáceos capturados.

No había pasado mucho tiempo cuando los documentos conservados permiten comprobar que este recinto
sagrado era el templo de referencia y reunión del gremio más importante de cuantos hubo en la villa de Santander
durante muchos siglos, la Cofradía de Mareantes y Navegantes de San Martín de la Mar. Así, en 1417, los
aguerridos cofrades establecieron y firmaron en su ermita un concierto con el almirante de Francia, mosén Robín de
Bracamonte, por el que se comprometían a servir al rey del vecino país, en calidad de ballesteros y lanzas mareantes, a bordo de la armada gala que se estaba aprestando contra los ingleses; esto ocurría en el contexto de la feroz
guerra conocida como de los Cien Años.

Esta zona de Santander ganó prestigio por el carácter militar y estratégico que le confirió el fuerte y batería allí construidos seguramente en el siglo XVI, o por lo menos, según algunos eruditos, en ese siglo fue erigido sobre otras piedras fracasadas por su petulancia de piedras de fortificación. Era una defensa de “segundo escalón” contra los navíos que hubieran conseguido· forzar el paso de la barra bajo los cañones de la fortaleza de San Salvador de Hano. El fuerte de San Martín se alzaba sobre el promontorio muy cerca de la isleta de San Mamés, y era cierta su posición estratégica pues los barcos tenían que pasar forzosamente “a tiro de ballesta” bajo sus bocas de fuego dado que en el siglo XVII, la canal practicable estaba a escasas brazas del cantil. Sufrió el fuerte varias modificaciones y ya en su último estado se presentaba con una explanada de planta trapezoidal, para seis piezas de artillería y parapeto de una vara de espesor. Aparte de algún diseño suelto, Wünsch dejó representado el fuerte de San Martín en un cuadro a la .acuarela, en el que se ven, paseando por el glacis, varias parejas con atuendo de la época romántica, y la ciudad .al fondo. La demolición definitiva del fuerte sanmartiniano fue en 1843.
Dos años antes, se había tratado la cuestión por el Municipio, pues el Gobierno tenía decretada la derruición de toda
clase de fuertes con determinadas características, que no correspondían a las de Santander.

 

SAN MARTIN DE BAJAMAR Y EL DIQUE DE GAMAZO (Fundación Acanto)

José Simón Cabarga

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