A lo largo de la Edad Media, por muy diversas circunstancias, los reyes se vieron en la
necesidad de tener que otorgar determinados favores -como reconocimiento de servicios prestados,
recompensas, consecución de fidelidades, etc.- a algunos individuos, sectores sociales o
instituciones que, de esta manera, y sin apenas contraprestaciones significativas, conseguían
disfrutar de ciertas prebendas, generalmente de carácter económico.
El privilegio concedido a Santander fue otorgado en Burgos el 8 de enero de 1255; por el mismo el Rey eximió a los vecinos de la villa del pago del impuesto de portazgo en todos sus reinos, salvo en Sevilla y Murcia. Alfonso X justifica el importante privilegio económico con las siguientes palabras:
Esta merced les fugo por mucho servicio que fisieron al Rey don Fernando, mio padre, e a mi, mayor miente en la presión de Sevilla.