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Eduardo Ugarte y Federico García Lorca, en la UIMP
La relación de Federico García Lorca y del teatro universitario “La Barraca” con Santander tuvo lugar dentro de las actividades programadas por la Universidad Internacional de la República en el Palacio de La Magdalena durante los veranos de 1933 a 1935. Aunque hubo actividades en 1936, ya iniciada la guerra civil, no se celebraron los Cursos para extranjeros y no acudió por este motivo la agrupación teatral de la que era director Federico García Lorca y secretario Rafael Rodríguez Rapún. De haber venido a Santander hubiera salvado tal vez la vida.
Las representaciones teatrales de “La Barraca” se realizaban por la noche en la plazoleta, que ustedes ya conocen y el escenario se montaba delante de la torre de las antiguas caballerizas que entonces se llamaba Pabellón de la playa destinado a residencia de estudiantes. Durante los tres años “La Barraca” presentó un programa con este repertorio: en el primero se representaron los Entremeses de Cervantes, Fuenteovejuna y La vida es sueño, de Calderón. La escenografía estuvo a cargo, respectivamente, de Ramón Gaya, Ponce de León y Santiago Ontañón. El segundo año, en 1934, el 13 de agosto, coincidiendo con la muerte de Ignacio Sánchez Mejías, se iniciaron las representaciones de teatro con la Égloga de Placida y Victoriano y El retablo de las maravillas. El día 15 actuaron con El burlador de Sevilla, de Tirso de Malina. Entre los espectadores estuvo Miguel de Unamuno y el día 17 se escenificó Fuenteovejuna. La escenografía estuvo a cargo dc los mismos del año anterior.
Un acontecimiento especial fue la invitación que hizo el Patronato de la Universidad este verano a Miguel de Unamuno que permaneció diez días durante los que hizo comentarios y dio lectura a su obra Hermano Juan o el mundo es teatro y le editaron un folleto con la obra en prosa y verso escrita durante esos días. Aquí le presentaron al escritor cántabro Manuel Llano Merino y al que prometió un prólogo que pareció en el libro Retablo infantil, deliciosa obra que les animo a que la lean.
También vinieron a Santander José Ortega y Gasset que, aunque este año no intervino, visitó la Universidad e, igualmente, el conocido crítico Guillermo de Torre y su esposa la pintora Norah Borges, hermana del escritor argentino, a la que se debió el diseño de los trajes de la citada Égloga de Juan del Encina. Américo Castro pronunció, en nombre del Patronato, el discurso de inauguración de los cursos de este segundo verano, aunque no participó tampoco en ellos. Otros visitantes fueron Miguel Maura, Clara Campoamor, Directora general de Beneficencia y el Subsecretario de Gobernación, Eduardo Benzo. Este segundo año hubo un curso sobre Arte con una parte literaria de cuatro conferencias impartidas por José Montesinos sobre “La poesía contemporánea”, otras tantas de Antonio Marichalar acerca de “La novela” y las de teatro a cargo de Jean-Jacques Bernard.
El tercero y último viaje de Lorca fue en 1935, año en que se conmemoraba el centenario de la muerte de Lope de Vega y se publicaron diversos libros, al respecto,
de Azorín, de Joaquín de Entrambsaguas y de Diego San José. Como era de esperar se
representó Fuenteovejuna, actuación que la prensa calificó de “triunfo excepcional”, a la vez que el diario El Cantábrico decía al día siguiente que “lo más interesante,
aparte del valor de esta obra, es su modo de representarla, de recrearla, por el talento de García Larca y el trabajo de los actores alejando lo que pudiéramos llamar de tipo histórico y dejando vivas las esencias poéticas y dramáticas”. Tanto o más interés tuvo el recital que realizó el poeta granadino el 20 de agosto en que presentó al público algunos poemas de Canciones y del Romance gitano, así como Llanto por Ignacio Sánchez Mejias presentado por primera vez en Santander y escrito el año anterior. Todavía sin la dirección ni presencia de Lorca se estrenó El caballero de Olmedo que debido al mal tiempo, a las improvisaciones y a representarse en otro lugar resultó un fracaso.