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La reconstrucción de la Catedral de Santander

  • El  obispo de Santander, Eguino y Trecu,que no podía permanecer ocioso ante el espectáculo
    de su Catedral destruida, acudió a la
    ayuda de sus fieles para levantar el templo,
    y aunque éstos dieron prueba de buena
    voluntad, la empresa económica era
    superior a las posibilidades de un pueblo
    devastado. El señor obispo, dándose cuenta
    de esta realidad, expone al Gobierno la
    representación de su empeñó y dificultades,
    y el Generalísimo Franco firmó el decreto de adopción total para la reconstrucción
    de la Catedral de Santander. 
  • Santander paga al Caudillo retirándole la medalla de oro de la ciudad el 29/10/2015
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Hacia las nueve de la tarde del 15 de febrero de 1941 se desató un incendio en la calle Cádiz de Santander que reduciría la ciudad antigua a escombros. Empujadas por vientos de 140 kilómetros por hora, las llamas avanzaron por el cerro de Somorrostro, descendieron a Atarazanas, saltaron a la plaza Vieja y sólo se frenaron a la altura del Instituto Santa Clara. El Proyecto de Reconstrucción fue redactado por la Corporación Municipal, en colaboración con el Ministerio de la Gobernación, y contó con la participación de las Direcciones Generales de Arquitectura y Regiones Devastadas. El Plan supuso la completa reordenación del trazado viario aplicando un esquema ortogonal que permitía un gran volumen de edificación sobre unos terrenos sometidos a un desmonte general que alteró la accidentada orografía sobre la cual se había asentado la villa medieval y moderna.

El proyecto sólo permitió la supervivencia de dos de las construcciones que ocuparan el centro de la urbe: la iglesia de la Compañía y el complejo catedralicio. Su reedificación supuso aislar a ambos bloques, dispuestos en ambos extremos de una misma vía, que incluiría una plaza dedicada a parte de los caídos en la reciente Guerra Civil -finalmente se instaló una imagen de la Bien Aparecida-. Del proyecto de restauración de ambos se ocupó José Manuel Bringas Vega.

Las obras de reconstrucción de la catedral comenzaron el 1 de junio de 1944 y su reapertura se festejó el 25 de agosto de 1953.

Durante el incendio se habían hundido varias bóvedas de la nave mayor y parte de la torre, el palacio episcopal estaba arruinado y había ardido el grueso del patrimonio mueble del templo. El proyecto de Bringas -ejecutado por el arquitecto Juan José Resines del Castillo- desnudó la singular configuración de la catedral como dos iglesias superpuestas y supuso la ampliación de la fábrica por la cabecera, combinando elementos propios de la arquitectura medieval y de la Edad Moderna. Así, se procedió a demoler la cabecera -que respondía a una ampliación del año 1719- y se introdujeron un transepto rematado en el exterior por dos frontones clasicistas, un cimborrio -ornado con las esculturas de los evangelistas de Julián Alangua- y un amplio presbiterio que abrazaba una girola.

Perdidos en la reforma

En el proceso de reforma se suprimieron diversos elementos de valor artístico del primitivo complejo: la capilla gótica de Santiago, también llamada de los Escalante; los restos del hospital del Espíritu Santo, también de época gótica y relacionados con la ruta de Santiago por la costa; el coro bajo, fechado en 1668, obra de Francisco del Pontón Setién y Juan de la Sierra Bocerraiz; la Puerta de los Mártires y la escalera monumental, fechados en 1698, obra de Gregorio de la Roza; y los elementos neogóticos incorporados a partir de 1889, con intervención de los arquitectos Emilio de la Torriente y Joaquín Rucoba, autor del desaparecido palacio episcopal.

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