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El Mercado de la Esperanza


CANTABRIA Y SANTANDER EN EL RECUERDO

Su importancia arquitectónica e histórica radica en que es una de las grandes y escasas muestras de arquitectura en hierro decimonónica conservadas en España.

Ahora, el Ayuntamiento proyecta la mejora de la accesibilidad de este majestuoso e histórico edificio, ya que fue declarado monumento histórico-artístico en 1977, con una obra en la se incluye cuatro ascensores y que comenzará este verano probablemente.

Los terrenos pertenecían al Convento de SanFrancisco, y se utilizaron la mitad norte del solar del antiguo convento donde habían estado las huertas del mismo.

Es una zona en la que ya venía existiendo desde tiempo atrás una importante actividad comercial.

Tanto el procesado como la comercialización de carnes llevaban estando presentes en la zona desde la construcción del Matadero en 1797 (en el lugar de la actual parroquia de San Francisco), que sería derribado en las últimas décadas del siglo XIX al construirse uno nuevo en Cuatro Caminos.

También el comercio de leña fue constante en el lugar, al menos desde 1824, llegando a dar el nombre de Plaza de la Leña al sitio , denominación después desplazada algo hacia el norte hasta el tramo de la calle Guevara que aún conserva tal nombre.

A estos productos se unía la venta informal de muchos otros, situación que creaba un mercado irregular de facto que la construcción del nuevo edificio no vino sino a ordenar y consolidar.

El edificio fue proyectado dentro del Plan Extraordinario de Obras Municipales ideado por Lavín Casalís, que pretendía desplazar el centro urbano del borde marítimo.

Este es el único de los tres mercados incluidos en el Plan Extraordinario que terminó por construirse, contando con un presupuesto de 465.532,42 pesetas según el Plan, aunque diversos problemas durante su construcción acabarían provocando un abultado sobrecoste.

Es un gran cuerpo alargado (71 x 25 metros) de esquinas achaflanadas situado tras el Ayuntamiento, con un espacio exterior utilizado también como mercado.

El cuerpo está subdividido en tres crujías simétricas, teniendo mayor luz la central. Está construido en acero y vidrio sobre una base de piedra de sillería, en un estilo ecléctico con muchas trazas modernistas.

Consta de dos plantas originalmente incomunicadas, la primera de las cuales es la construida en piedra.

Dispone de un lucernario central y alargado que discurre por buena parte de la cubierta. Ésta es de entramado metálico y está terminada con teja cerámica.

Los alzados son simétricos, y los dos más largos presentan cuerpos elevados de sillería, centrados, que señalan sendas entradas.

La decoración, de gran contención, es de inspiración modernista, como evidencian las formas vegetales de la tipografía exterior o las flores repartidas por los elementos estructurales.

La subasta de las obras se llevó a cabo el 16 de enero de 1899, adjudicándose la construcción del mercado a Leonardo Corcho, de Corcho e Hijos, con una rebaja del presupuesto inicial de un 20,9%90 .

La obra de hierro, según se indica en una de las columnas, corrió a cargo de J. A. Conce.

Las obras comienzan en 1900 y apenas unos meses después, el 19 de junio, se paralizan completamente ante los problemas generados por las lluvias y los manantiales cercanos que habían convertido los sótanos ya construidos en un gran pozo de barro.

Los obreros se niegan a continuar trabajando en esas condiciones, a lo que se suma una huelga de los canteros, que reclamaban mejores sueldos.

Ante los imprevistos, Leonardo Corcho solicita al Ayuntamiento la rescisión del contrato –como ya hizo con las obras del Ayuntamiento–, cuestión que resuelve la Comisión de Obras el 19 de diciembre ofreciéndole 165.733,68 pesetas por el trabajo ya realizado e imponiéndole una multa de 25 pesetas por cada día de demora.

Se intenta realizar una nueva subasta para adjudicar las obras a otro contratista, pero las trabas burocráticas prolongan el proceso durante varios meses, quedando la construcción totalmente paralizada durante ese tiempo.

Finalmente, el 6 de marzo de 1902 se lleva a cabo la subasta, obteniendo la contrata Joaquín Montes a nombre de Jacinto del Prado.

Este nuevo contratista nombra al arquitecto Joaquín Rucoba director de los trabajos en el mercado.

Éste propone la sustitución de la piedra de los arcos centrales prevista en el proyecto por ladrillo, de cara a aumentar la velocidad de la ya muy demorada construcción, petición que le es denegada, solicitándole que se ciña escrupulosamente al proyecto de Reynals y Moya.

A comienzos de 1904, a punto de acabarse las obras, éstas vuelven a pararse debido a desavenencias entre el contratista y la Comisión de Obras, que había multado al primero por incumplimiento de los plazos previstos, lo que éste negaba.

El 1 de febrero el contratista confiesa que la merma en los trabajos se debe al agotamiento del presupuesto, por lo que se aprueba uno nuevo y continúan los últimos trabajos en el edificio.

El 10 de abril de 1904, tras cuatro años de accidentada construcción, se inaugura oficialmente el mercado y se subastan los puestos del mismo.

En 1940 se instalarían en los bajos del mercado, originalmente destinados a almacenes y casquería, los puestos para la venta de pescado –donde aún siguen– al derribarse la pescadería de la calle de Atarazanas .

El arquitecto Javier González de Riancho estaría a cargo del proyecto de adecuación de estos espacios.

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