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La Fuente de Cacho

Un estudioso catalán atribuye la canción a Emilio Carral, un relojero anarquista

27.02.08 – DIEGO RUIZ / El Diario Montañés

Todo el mundo se sabe ya su letra -especialmente los que pasamos de los treinta y los seguidores del Racing- y hasta la que compone la segunda parte, la que habla del Jardín de Valencia y de la rosa blanca. Pero de la historia de la popular canción, en concreto, ‘nasti de plasti’. Se habla en la calle de la ‘Fuente de Cacho’, de la ‘Fuente de Cajo’, incluso, y poco más. Para unos, la acción de esta historia se sitúa en El Sardinero -si bien la Alameda Primera está al otro extremo de la ciudad y, para arriba, lleva a Cuatro Caminos- y otros de Cajo, un barrio a la salida de Santander -más próximo al camino de la moza de la saya blanca y el pañueluco de seda-. Los más conservadores, además, se preguntan ¿qué hacía una joven, de se supone buena reputación, en la calle, a las dos de la mañana, y hace unos cuantos lustros? ¿Tan lejos iba a beber?

Pues bien. Primero, hay que decir que la Fuente de Cacho se sitúa en la Avenida de Antonio Maura, muy cerca del Gran Casino, La Cañía, etc. Algunos autores dicen que su nombre viene de Manuel Cacho, propietario de numerosos terrenos en El Sardinero. Además de la Fuente de Cacho existió la Alameda de Cacho, por la que también podría haber subido la ‘morena y salada’, dejando a un lado la teoría de la Alameda Primera entre las calles Vargas y San Fernando. De hecho, ya en 1888, la zona de la fuente se llamaba La Alameda -todos los paseos con árboles, entonces, eran conocidos como alamedas y no tenían porqué estar forrados de álamos-.

Manuel Cacho Acebo, dicen, se construyó muy cerca de la fuente una torre para vivir, al parecer con el único objetivo de oponerse a la elevación de los edificios de pisos de las inmediaciones, desde los que se podría observar el interior de su vivienda.

Supuestamente situada la protagonista de la historia, hay ahora que buscar al autor de la canción, hoy himno oficioso del Real Racing de Santander. Un estudioso catalán, José Arias Velasco -fiscal- asegura que la ‘Fuente de Cacho’ fue compuesta por Emilio Carral, un relojero anarquista, líder del Movimiento Obrero y creador de los Coros Montañeses. Emilio había escrito una novela ‘Tenkia’, de ambiente ruso, y una obra de teatro ‘El ocaso de los odios’, en tres actos y de alto contenido social, que llegó a representarse en varios países sudamericanos, incluido Brasil. Dicen que cuando el Rey venía a Santander, la Policía encerraba al relojero para que no atentara contra el monarca. También fueron famosas sus discrepancias políticas con Isidoro Acevedo, uno de los fundadores del Partido Comunista de España, y que recaló en la capital cántabra entre 1886 y 1905.

Don Emilio, según José Arias, sembró la familia de nombres extraños como: Libertario, Marat, Lirio, Homero, Argentino, Tenkia, Angeolillo, Ondina, Ceres, Aída, Selma, Olga…

Para Arias Velasco, Emilio Carral es el autor de la letra de ‘La Fuente de Cacho’ en la que, por cierto, matiza que la estrofa ‘luciendo la saya blanca y el pañueluco de seda’, en la partitura original era ‘con la saya arremangada y el pañueluco de seda’.

El abogado cántabro, Nobel Carral, nieto de Emilio e hijo de otro Nobel Carral, ex delantero centro del Racing que marcó en una tarde histórica tres goles al Zamora, no tiene constancia de que la canción sea de su abuelo. Según él, tenía muchas letras escritas que cantaban los Coros Montañeses. Por entonces, señala, «la fábrica de jabón ‘La Rosario’ patrocinaba las actuaciones de los coros y realizaba unos programas donde figuraban los autores. Todo eso, lógicamente, se ha perdido».

A ciencia cierta, Nobel Carral dice que, «una de las canciones más famosas de mi abuelo es la que dice: ‘Hace tiempo en La Cavada se fundían los cañones, hoy por virtud del son se funden los corazones’. Lo que afirma Nobel es que Emilio Carral tuvo una vida llena de actividad. Además de su azarosa faceta política y de crear los Coros Montañeses-El sabor de la tierruca y el Ateneo Popular, fue fundador de la Escuela Laica y de los Bomberos Voluntarios de Santander, allá por el año 1894. Casi nada.

Otro estudioso, Ramón Saiz Viadero, sabe mucho de la historia de Emilio Carral pero desconoce si fue el autor de la canción.

Elena Regato, que investiga todo lo relacionado con los Coros Montañeses para la próxima publicación de un libro sobre su historia, tampoco tiene ese dato, si bien conoce de sobra la figura de Emilio.

Sea o no Carral el autor de la letra de este himno oficioso del Racing, lo que es cierto es que fue un hombre con una vida más que apasionante y con descendencia racinguista.

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