Es una hermosa escultura, probable donación de don Diego de la Piedra Bernales y Secadura, enviada desde Cádiz. Cuenta la tradición popular que don Diego tenía la escultura en su oratorio particular en Cádiz, cuando en 1755, sucedió una gran calamidad, se inundó la ciudad. El pueblo creyente ante tal desgracia demandó protección a los santos. Éstos se sacaron en rogativa y al tocar las aguas los pies de la escultura del Cristo, las aguas retrocedieron milagrosamente. Ante tal prodigio, el Cabildo de la catedral ordenó que la talla fuera llevada a un oratorio público.
Don Diego de la Piedra conforme, prefirió que ese lugar fuera la localidad donde nació, donándola a la Iglesia de Limpias.
Dicen que en la Semana Santa de 1919, estando el templo completamente lleno de fieles, unas niñas que estaban devotamente rezando, interrumpieron la misa y salieron atemorizadas y llorosas de la Iglesia, decían y afirmaban que el Santo Cristo de la Agonía había movido los ojos y las había mirado dulcemente. Días después, el 12 de Abril, volvió a repetirse el prodigio. Observado por gran número de personas, indicaron que El Cristo les miró y con un gesto de profundo dolor que contrajo su divino rostro, les mostró una tierna y dulcísima mirada de piedad y misericordia.
Los Reverendos Padres, intentando aplacar a la multitud que se echaba atropelladamente a los pies del Cristo agonizante, no podían articular palabra al comprobar ellos mismos la veracidad del milagro. La noticia se extendió y dio lugar, y continúa así en la actualidad, a que se venere tan prodigiosa escultura. El culto al Santo Cristo de la Agonía, atrae a lo largo de los años a los creyentes y a los curiosos a Limpias. Algunos dicen que no ven nada, otros afirman que han sido bendecidos con una mirada del Santo Cristo. Esta es una breve y bonita plegaria: Tú que pasas, mírame, Detente un poco en mis llagas, Y verás cuán mal Me pagas la sangre que derramé.
Fuente: Ayto. de Limpias